Año I

Iceberg N°10 – Diciembre 2020

Se va y no regresa. Sí, claro, como cualquier otro año, solo que este 2020 que se está yendo no ha sido como cualquier otro y por lo tanto no será tan simple olvidarlo. Tal vez como no sucedía desde hace mucho tiempo, quizás probablemente desde la IIGM, gran parte de la humanidad ha visto como sus vidas cotidianas se afectaban a causa del Covid-19. El coronavirus, que en nuestro Uruguay impactó con toda su fuerza a mediados de marzo pasado, expresó toda su lógica en las manos, los tapabocas y la distancia; dicho de otra manera, en el necesario lavado de manos de una forma que no conocíamos anteriormente, en el tapabocas para reducir el contagio, así como en la distancia para evitar la diseminación del virus. Contagiar o no contagiar, cuidarse para cuidar han sido las claves de este año inédito y en muchos sentidos crítico. Una crisis es un corte en la cotidianeidad que puede derivar en trauma en función del efecto que puede producir en una persona o en un colectivo. Una crisis es como una ola que con toda su fuerza tiene el potencial para revolcarnos en la orilla, produciéndonos daño y también sufrimiento, ya sea porque nosotros o alguien querido se enfermó o porque vimos como se afectaban nuestros medios de sustento cotidiano. Ya no hay dudas que estamos globalizados e interconectados, tanto para las buenas como para las malas. Ojalá que este año constituya un punto de inflexión para quien con coraje y valentía esté dispuesto a pensar en lo que el coronavirus llegó para enseñar.

Iceberg N°09 – Noviembre 2020

Ahora sí ya estamos por entrar en la recta final del año. Queda nada para comenzar diciembre e iniciar el conteo final de este año que no olvidaremos con facilidad. Es cierto que el calendario marcará que en poco más de 30 días se termina el 2020, pero sin embargo eso no significará que el azote del coronavirus vaya a disminuir. Por el contrario, en nuestro Uruguay las cifras de contagios están batiendo récords desde que a mediados de marzo comenzamos con este “viaje”, por lo cual parece poco probable que el nuevo almanaque traiga paz y sosiego. El regreso al mundo pre pandemia o el ingreso en la llamada nueva normalidad todo indica que vendrá de la mano de la vacuna que, más tarde o más temprano, llegará para reordenar nuestro inquieto tiempo. La pandemia es poco probable que se quede para siempre. Se irá en algún momento pero dejará sus marcas, sus huellas. En algunos casos las traumáticas derivadas de quienes asistieron a la muerte de un ser querido. En otros casos, las marcas serán las del desempleo o la pérdida de la capacidad para cubrir las necesidades básicas personales y/o familiares. Además de los efectos sobre el tejido social, también están aquellos que la pandemia ha potenciado en la intimidad de personas y familias, entre los que destacan la violencia que en los hogares propició el encierro, así como las consecuencias menos deseadas del teletrabajo. Vivimos en un tiempo de crisis y certezas volátiles. Como una marea baja, la pandemia ha dejado al descubierto lo que antes tapaba el agua. Urge, sin pausa y sin prisa, armar más fogones donde hoy reina el frío y la desesperanza, para atenuar los sentimientos de vacío y no-salida, así como para disminuir la violencia tanto contra los otros como contra uno mismo.

Iceberg N°08 – Octubre 2020

En unos 60 días aproximadamente se termina el año, este extraño e inédito 2020. Mientras el mundo continúa convulsionado, sobre todo en el hemisferio norte ahora con la segunda oleada de contagios, en nuestras latitudes tampoco es menor el revuelo que continúa provocando el Covid-19. Aquí y allá las medidas que se han tomado desde inicios de año y que aún se mantienen hasta ahora han provocado notoria afectación psicológica en niños, adolescentes, adultos y adultos mayores. Para unos y otros el parate ha derivado en el cambio de rutinas y las consiguientes consecuencias sobre la vida cotidiana. En nuestro Uruguay, de marzo a julio los hogares se convirtieron en el lugar privilegiado de relacionamiento social y a partir de fines de junio, con la paulatina reapertura de las escuelas, algo de la perdida vieja normalidad volvió a instalarse. Vieja y nueva normalidad porque la pandemia está marcando un antes y un después en nuestras vidas, para algunos porque han perdido la salud o el trabajo y en algunos casos porque primero perdieron lo segundo y luego lo primero. La crisis enorme que está suponiendo esta pandemia no está impactando igual en toda la población, por lo cual dejará secuelas tibias en algunos casos y graves en otros, en la medida que ha desnudado, en estos últimos, falencias estructurales que la vieja normalidad permitía barrer para debajo de la alfombra. Si lo que queremos es que no queden rezagados por el camino, lo que viene, tanto en lo social como en lo privado, demandará atender a los más fragilizados, alentar la participación para seguir construyendo ciudadanía y mitigar el miedo que crece con la soledad y el aislamiento.

Iceberg N°07 – Setiembre 2020

Ahora sí, hemos pasado el invierno y ni julio nos preparó ni agosto nos llevó, como tampoco lo hizo el glamoroso Covid-19, quien aún sigue en el aire, aquí y allá, como amenaza potencial que nos recuerda que enfermarnos y/o morir pueden estar a la vuelta de cualquier esquina. Este tiempo veloz, volátil e incierto en el que estamos viviendo, en muchos sentidos está jaqueando las estructuras y modos de funcionamiento de un sinnúmero de personas, familias y organizaciones, a las que les cuesta (nos cuesta diríamos) mantenerse en pie haciendo equilibrio. La tecnología, que propicia una aceleración y un romance con lo nuevo, hacen de nuestro mundo un lugar más parecido a un rock & samba que a una calesita; o dicho de otra forma, menos parecido a un tranquilo lago y más parecido a un río rápido que baja de una montaña. Las consecuencias son obvias: a veces el riesgo es mayor y en otras oportunidades lo que aumenta es simplemente la sensación. Y la distinción no es menor, porque no es lo mismo quien en este 2020 ha perdido el trabajo y/o su salud, que quien siente que está en riesgo porque no puede viajar y/o conocer el mundo. Hay prioridades y prioridades y esta pandemia nos las está recordando permanentemente. El Covid-19 ha dejado al descubierto, como cuando hay marea baja, todo aquello que se había barrido para debajo de la alfombra, trayendo consigo lo que se creía controlado y/o no asumido. Así las cosas, la orientación en medio de esta crisis, en el persona a persona, se relaciona con dejar de negar, comenzar a aceptar y abrazar la esperanza.

Iceberg N°06 – Agosto 2020

El segundo tiempo ya comenzó y avanzamos raudos y veloces hacia diciembre de este tan insólito año. Mientras seguimos sin una perspectiva clara sobre la aparición de una vacuna que traiga sosiego y calma, la OMS informaba recientemente que la pandemia será superada en menos de dos años. Sí, leyó bien, dos años pedaleando en el aire, en el medio de la incertidumbre y con este malestar como mar de fondo, del que emanan con facilidad sentimientos que van de la ansiedad y angustia hasta el pánico y el miedo a morir. Los meses de confinamiento en nuestro país han pasado y con él ese tiempo en que nos quedamos a solas con nuestras verdades. Ahora las autoridades nos invitan a ser responsables y no abusar de esa libertad que mal gestionada podría derivar en contagio y eventualmente daños mayores. De no acontecer sucesos aún más insólitos en el futuro, este año quedará asociado a un tiempo de crisis, en el que se están conjugando peligros y oportunidades para sujetos, familias y naciones. La marea baja puso de relieve todo aquello que en el fervor de nuestras anteriores cotidianeidades agitadas no queríamos ni podíamos apreciar. Así, la mesa nos ha quedado servida para barajar y dar de nuevo. Sin dudas que no es ni será tarea fácil, puesto que el cambio y las transformaciones verdaderas no son sin cierto dolor. Así como la noche es más oscura previo al amanecer, también esta crisis posee el carácter transformador de no responder regresivamente y sí animarse, mejor junto a otros, a crear y/o fortalecer proyectos tanto personales como colectivos.

Iceberg N°05 – Julio 2020

Como de costumbre julio es el séptimo mes del año y en este 2020 el mes de los memes que tuvieron a Iglesias, el cantante español, como protagonista. Este inédito año avanza a paso firme y va dejando a su paso todo tipo de emociones y experiencias, derivadas casi todas ellas del Covid-19. Mientras seguimos navegando ola a ola en esta tormenta, o pensando corto para no aventurarnos y desplomarnos en el camino, surge la pregunta sobre el futuro, sobre lo que vendrá, sobre el mundo post-pandemia. Un graffiti callejero decía lo siguiente: “el futuro no es lo que va a pasar sino lo que vamos a hacer”. Pues bien, a eso nos convoca esta crisis, a no transformar lo disruptivo en traumático, así como a inventar, ensayar y también continuar persistiendo y esforzándonos. El tiempo que habitamos necesita menos loros y más búhos, ave que es sinónimo de conocimiento, perspicacia, sabiduría, paciencia, versatilidad y de mirar dónde otros solo ven oscuridad. Vienen tiempos desafiantes que nos interpelan a movernos y dibujar mapas nuevos, tejer redes y crear trillos en terrenos aún no transitados. No vienen días mejores ni peores. Lo que vendrán son días nuevos. ¿Qué harás, qué haremos con ellos?

Iceberg N°04 – Junio 2020

Chau primer semestre del año, durante el cual hemos pasado más de la mitad confinados en nuestros hogares, con miedo, incertidumbre y grados variables de asombro a medida que los días iban pasando. Estamos ante un trauma generalizado que como una gran ola impactando en la costa se lleva puesto a todos aquellos que se encontraban cerca y no tuvieron tiempo de reaccionar a tiempo. Convivencia a veces forzada, aburrimiento, encierro, riesgo, violencia han sido durante estos tres meses y medio el resultado de un tiempo que, al menos en nuestro Uruguay, parece ir concluyendo para dar paso a una “Nueva Normalidad”, caracterizada por más distancia física, mucho tapaboca y también bastante incertidumbre sobre lo que vendrá. La ola golpeó y no sabemos si ha sido la última. Arrojadas en la arena han quedado muchas personas y familias que a medida que se incorporan se preguntan cómo continuar y cómo sobrevivirán en el tiempo futuro. En este contexto, los actores estatales y también no gubernamentales tienen/tenemos por delante la tarea de contribuir a sostener, alojar el sufrimiento y abrir espacios para que se desplieguen los relatos singulares que, por un lado, detengan los actos impulsivos y, por otra parte, permitan localizar los miedos íntimos que han sintonizado con el que nos trajo el coronavirus.

Iceberg N°03 – Mayo 2020

Casi tres meses y contando. El mundo sigue bajo el imperio de la ley del invisible y potente Covid-19. Algunas regiones del globo han comenzado la desescalada al tiempo que otras cuentan los infectados y muertos por miles. En nuestro Uruguay la curva está aplanada y cantar victoria antes de tiempo podría ser la estrategia equivocada. En este marco general, este tiempo sin tiempo nos ha puesto de frente con la tarea de soportar, básicamente porque aún no hay un tratamiento específico para enfrentar al bendito coronavirus. Atendiendo lo que ha sucedido en otros países del mundo, asomarse al abismo haciendo de cuentas que somos invulnerables podría terminar pagándose caro, quizás con nuestras vidas o tal vez con la de algún semejante. Estamos en tiempos extraños, con tapabocas, máscaras y miedo, mucho miedo en el aire. Nuestros sistemas inmunológicos no ignoran la potencia devastadora que sobre nuestro ser poseen las angustias y el pánico persistente. No hay peor amenaza que la que proviene desde dentro, aquella que asedia la fortaleza desde el interior. En este tercer número de mi gacetilla te acerco lecturas para reflexionar y pensar acerca del hoy, con el deseo puesto en que las mismas te inviten a considerar como una elección el estancamiento y tormento en quizás te puedas encontrar.

Iceberg N°02 – Abril 2020

Se va terminando abril y seguimos en cuarentena. Ha pasado mes y medio desde que comenzáramos el confinamiento voluntario como medida para hacerle frente a esta realidad incomprensible, casi de ciencia ficción. Realidad que invade cada rincón de nuestra cotidianeidad, que nos impone prácticas que hasta hace poco tiempo no le dábamos mayor importancia. Lavarnos frecuentemente las manos, mantener distancia respecto a las personas, usar tapabocas allí y allá se han tornado escenas que todo indica que llegaron para quedarse a partir de este 2020.

Iceberg N°01 – Marzo 2020

Han pasado casi tres meses desde el último post a fines de diciembre pasado y entre tiempo de ocio y ahora en el medio de esta tormenta perfecta que se llama Covid-19, te comparto esta gacetilla con espíritu de revista. Estamos en emergencia sanitaria y con algo de tiempo ocioso he armado esta publicación digital en la que comparto escritos de mi página web, ilustraciones y “fotos que hablan”, así como textos que han escrito otros y alguna otra curiosidad que encuentro navegando (sin mucho rumbo) por la red. Mi propósito es que el tiempo que pases por aquí te invite a la reflexión y la introspección, actividades creo yo que cada vez más necesarias en estas complejas e inciertas coordenadas existenciales que nos toca vivir.