Entrevista a la Dra. Solange Gerona

En el marco de las actividades que desarrollo en la Alianza de Pacientes Uruguay y en esta oportunidad junto a la Profesora Claudia Souto, el 16 de setiembre dimos un nuevo paso al inaugurar un espacio de entrevistas a destacados referentes de la salud de nuestro país.

Gracias al apoyo del Colegio Médico del Uruguay celebramos este primer encuentro que tuvo como protagonista a la Dra. Solange Gerona, Jefa del Programa Nacional de Trasplante Hepático.

La mayor trampa de la medicina es creer que médicos y pacientes estamos enfrentados.

Dra. Solange Gerona

El ciclo de entrevistas «Salud integral: cuerpo, mente y espíritu» no sólo fue un titular, sino que reflejó uno de los grandes conceptos que marcaron el tono de esta primera jornada que compartimos con la Dra. Solange Gerona.

Con una personalidad muy serena, e integrando de forma excepcional su doble condición de científica y líder espiritual, Gerona expuso su particular concepción holística de la medicina centrada, no ya en la persona, sino en el ser humano como un espíritu que se manifiesta a través de un cuerpo físico y que, para lograr resultados realmente exitosos, necesita derribar el viejo «mito» del antagonismo entre profesional y consultante.

Este recorrido por su vida como niña en Rivera, su paso por la Universidad, su formación de posgrado en hepatología en el exterior, su transformación espiritual luego de un viaje revelador a India y un acercamiento a la filosofía hindú Oneness y su práctica de una medicina humana, hicieron de la charla con Solange Gerona un espacio imperdible y realmente atrapante. Queda planteada, pues, una reflexión profunda sobre este abordaje de la salud integral. Los invitamos a disfrutarlo y compartirlo.

A continuación extractos de la conversación mantenida con la Dra. Gerona:

Nos llevó 10 años lograr que el sistema uruguayo estuviera maduro para comenzar a financiar trasplantes hepáticos.

Uruguay, junto a Brasil, Chile y Argentina, está considerado como referente de trasplantes del Cono Sur.

Junto con el equipo médico, éramos unos soñadores que creímos en el proyecto de un centro de trasplantes. No pedimos permiso… creímos y finalmente lo logramos.

El equipo de trasplante es muy cercano a los pacientes. Si a un paciente no le va bien es muy doloroso para nosotros.

Con la enfermedad hepática se pierde mucha funcionalidad, el paciente hepático llega a perder su rol en la familia. Después de un trasplante, se retoma ese rol, y con él, se retoma la dignidad humana.

Todas las personas que vivieron hepatitis fulminante tuvieron un tsunami emocional de shock antes de que llegara la enfermedad.

En un momento de mi trayectoria profesional me volví la «dama de hierro», y eso no me gustaba.

Cuando empecé a transitar mi camino espiritual me saqué la túnica. Ahora, en la consulta con mis pacientes, no me disfrazo de médica.

Para mí la medicina siempre fue servicio. Cuando estoy mano a mano con un paciente no soy la doctora y él el paciente: somos dos seres humanos encontrándonos.

El vínculo médico-paciente es un vínculo enfermo: muchos pacientes esperan una solución mágica y muchos médicos creen que pueden darles esa solución y curarlos. Durante la consulta, evito poner rótulos a los pacientes.

Creo que ningún diagnóstico tiene que ser tajante y cerrar las salidas para otros caminos de sanación.

Si la persona se identifica con su enfermedad, va a ser parte de su identidad.

La pandemia levantó la alfombra y nos hizo dar cuenta de que estábamos yendo hacia un lado que no era constructivo.

Si quiero ser feliz, tengo que construirlo. ¿Cómo? Estando en el presente. No quiero volver a la presencialidad: quiero que volvamos a estar presentes.

No es posible que yo atienda bien a un paciente si estoy con heridas, estoy preocupada, no dormí, no tengo tiempo, tengo presiones de los superiores… En ese contexto, es imposible que suceda un vínculo saludable.

La oportunidad del cambio está en los dos: en el médico y en el paciente.

Quizás el primer paso para una transformación del sistema sea que el paciente comprenda que el médico también es un ser humano. Si el paciente o el médico se permiten una sonrisa al entrar a la consulta, puede cambiar sustancialmente cómo se percibe ese encuentro. Todos tenemos esa potencialidad de ser agentes de cambio: no esperes al otro, hacelo vos.

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