Soluciones

Los acontecimientos que se vienen sucediendo desde hace 15-20 años, fundamentalmente dinamizados por el auge de las tecnologías de la información, están poniendo en jaque gran parte de lo que había funcionado en los últimos 200-300 años.

rock samba

Hoy estamos viviendo un cambio de época que implica dejar de vivir en la calesita para pasar a vivir en el rock & samba.

La analogía viene a cuento para aseverar que el mundo lineal agoniza y nos encontramos inmersos en un mundo complejo, incierto, diverso, donde lo que antes se barría debajo de la alfombra hoy se publica en las redes sociales.

calesita

Allí donde la calesita ofrecía sus certezas: trabajo para toda la vida en el mismo sitio/empresa/organización; categorías políticas bien definidas (izquierda/derecha) y relatos religiosos ordenados con rituales (bautismo, comunión, confirmación, casamiento) que “ordenaban” nuestras vidas, 

… el mundo fragmentado y en movimiento constante, como un rock & samba, ha puesto casi todo patas para arriba. Estalló la vida lineal, explotó y no volverá. La linealidad vital clásica – estudio, trabajo y me jubilo – se está esfumando y todo indica que no regresará.

También forma parte del pasado el ordenamiento lineal del trabajo y las vacaciones: estamos pasando de trabajar durante 11 meses y tomar vacaciones en alguno de los meses clásicos del verano a fraccionar las licencias y repartirlas a lo largo del año. En muchas organizaciones incluso ya se negocia trabajar 3/4 meses y tomar 2 o 3 semanas de licencia. Adiós mundo lineal. A la iglesia católica, por su parte, antes dominadora del mundo confesional, desde hace un buen tiempo le ha surgido competencia por doquier. Basta transitar por la ciudad y también por la televisión y la radio, para observar multiplicidad de templos y lugares donde es posible conectar con lo divino.

En este contexto de cambio, complejidad y diversidad, parecido a una red en movimiento constante, está cobrando una importancia vital la respuesta que damos a las tres preguntas existenciales por excelencia:

  • ¿quiénes somos, qué hacemos, qué beneficios generamos? – PRESENTE
  • ¿de dónde venimos, cuál es nuestra historia, cómo nacimos? – PASADO
  • ¿hacia dónde vamos / qué queremos construir? – FUTURO

En este sentido, los desafíos para las personas, organizaciones, comunidades y sociedades están pasando cada vez más por la atención constante a estas preguntas sobre nuestro presente, nuestra historia y nuestro porvenir.

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En el mundo actual el dilema creciente es querer combatir con orden, posiciones y líneas de comando y control a actores que se mueven en un contexto de vértigo, volatilidad e incertidumbre.

En el mundo calesita tenía sentido crear y hacer más eficiente al modelo burocrático. En el mundo rock & samba ello no tiene sentido porque las personas viven en un mundo de redes e información. Muchos vínculos en el mundo fuera de las organizaciones son erráticos y varían en longitud, dirección y a veces de lógica. La pregunta entonces es cómo afrontar este desafío y la respuesta está en rediseñarse y transformarse en dirección a una organización que se pueda mover y adaptarse, por lo menos con la misma rapidez con que lo hace el entorno circundante.

Hoy la consistencia organizacional radica en la creación de una consciencia compartida y un propósito común: por qué y para qué hacemos las cosas. Hoy como nunca antes definir el norte es crucial y hacerse de una brújula un asunto de supervivencia.

Al igual que la temperatura corporal, en constante regulación entre los 36 y 37 grados, a una organización se le puede ir la vida si no acepta e internaliza que en el entorno actual no existe una línea de meta o estado final organizativo.

Las organizaciones, sean estas con o sin fines de lucro, tienen que ser alérgicas a la complacencia, hacer de la comunicación constante y transparente una religión, además de hacer de la reflexión-acción prácticas permanentes.