Ansiedad

Suena el teléfono, contengo la respiración, dudo en contestar: ¿serán malas noticias? Me despierto regularmente todas las mañanas a las siete: a las seis ya estoy despierto esperando que suene el despertador. El lunes tengo que entregar un trabajo importante: mi fin de semana, que debía ser de ocio, se consume anticipando cientos de veces en el pensamiento el momento crucial en el que tendré que poner los resultados ante los ojos de quienes tienen la tarea de evaluarlos. Soy un ansioso.

Si tuviéramos que desarrollar una prueba para evaluar la ansiedad, la espera tendría un papel central. Mientras espera haciendo todo lo posible para prepararse para el evento, la persona ansiosa corre en círculos tratando de imaginarlo para tener control sobre él, perdiendo la oportunidad de estar satisfecho con lo que le espera, o perdiendo toda concentración para la tarea que tiene que enfrentar.

La ansiedad es como una mancha de aceite que se esparce paulatinamente sobre toda la superficie de la vida, vaciándola de placer, haciéndola opaca, transformando en tensión el tiempo que debería ser de relajación y convirtiendo en una carga todo posible encuentro o acontecimiento.

¿Cómo lidiar con la ansiedad?

La ansiedad es un estado más superficial que la angustia, pero no por ello menos perturbador. La persona ansiosa es tal porque generalmente trata de tener todo bajo control. La persona, cuanto más siente crecer su ansiedad, más intenta reforzar el control, entrando en un círculo vicioso del que luego resulta muy difícil escapar.

De lo que se trata es de derribar el círculo vicioso para transformarlo en un círculo virtuoso, para lo cual hay que trabajar sobre las expectativas, reconstruyendo un horizonte de seguridad razonable en el que se redimensiona la tensión en su medida justa, la necesaria para afrontar las tareas que se ponen frente a nosotros

Orígenes

La angustia surge de una relación insegura con el Otro, que puede ser un compañero, un padre o cualquiera que esté en contacto significativo con la persona. La incertidumbre conduce entonces a la necesidad de determinar de antemano todos los pasos de un proceso, privando así a la persona de la posibilidad de contar con sus propias capacidades. La ansiedad escénica, en todos los campos, desde el laboral hasta el erótico, es el ejemplo con el que nos encontramos cada vez con más frecuencia, y que podemos considerar como una suerte de paradigma.