Pastilla roja

En 2019 Matrix cumplirá veinte años desde su estreno. Neo (anagrama de “one”, uno, el único), el personaje de Keanu Reeves en el film, acaparó gran parte de los análisis cinematográficos, sociológicos y también psicológicos. No sucedió lo mismo, lógicamente, con Morfeo y Trinity, los personajes secundarios de la saga, que acompañan durante toda la aventura al elegido, a Neo.

Matrix es una trilogía de películas de ciencia ficción que escribieron y dirigieron los hermanos (hoy hermanas) Wachowski y que, además de Reeves, protagonizaron Laurence Fishburne, Carrie-Anne Moss y Hugo Weaving. Los tres films son: The Matrix (1999), The Matrix Reloaded (2003) y The Matrix Revolutions (2003).

¿Te gustaría saber lo que es Matrix? Matrix nos rodea. Está por todas partes, incluso ahora, en ésta misma habitación, puedes verla si miras por la ventana o al encender la televisión. Puedes sentirla, cuando vas a trabajar, cuando vas a la iglesia, cuando pagas tus impuestos es el mundo que ha sido puesto ante tus ojos para ocultarte la verdad: Que eres un esclavo igual que los demás, naciste en cautiverio, naciste en una prisión que no puedes ni oler ni saborear ni tocar. Una prisión para tu mente”.

Morfeo, encarnado por Fishburne en la saga, hace referencia al dios de los sueños en la mitología griega, al tiempo que su nave, llamada Nabucodonosor, alude al nombre de un rey babilónico que en la Biblia se refiere a aquel que busca el significado de los sueños. En la película, además, Morfeo tiene los códigos de la computadora central de Sión, la última ciudad humana existente tras la destrucción de la tierra y que aún está a salvo de la Matrix.

Probablemente en la escena más célebre de la trilogía, Morfeo insta a Neo a elegir entre la pastilla azul, que le permitiría continuar viviendo feliz olvidándose de lo que había descubierto, o la roja, que lo introduciría en el camino del descubrimiento de aquello oculto y desconocido.

Algoritmos, máquinas, dispositivos variados y la ciencia en mayúsculas están, tal vez no en un pedestal, pero sí puntuando alto en el nivel de las creencias. En declive está todo lo que hasta hace dos o tres décadas representaba a la ley. Vivimos en una época de falta de confianza, pérdida de ilusiones y grandes dosis de incertidumbre. Las relevantes y significativas transformaciones que caracterizan a nuestro tiempo son como un río que fluye y parece llevarse todo por delante. Nuestra época habla un idioma cuyas principales palabras son rendimiento, mercancía y competencia. No hay límites, se puede con todo, ganar es la consigna y el que no lo logra es un loser o fracasado.

«Cuanto más inculta es una persona, más dinero necesita para pasar los fines de semana»Fernando Savater

Facebook, Twitter y YouTube, además de la radio, la televisión, los diarios y las revistas tornan más ruidoso el entorno. Queda poco espacio para la soledad y la introspección, que conjugan con otra palabra muy de moda actualmente: liderazgo. Todo el ruido que nos rodea constituye una excusa muy buena para huir de nosotros mismos, para evitar las preguntas difíciles y complejas; en definitiva para no encontrar la brújula y liderarnos.

Morfeo, como un padre, espera y convoca a Neo, lo recibe y le dedica su mirada y su tiempo, le da un lugar. Morfeo guía al elegido a visualizar y transitar su camino, a completar su misión. Morfeo cree en Neo.

La vida en el rock & samba está agitada. Hay gente que dedica todas sus fuerzas a la producción económica para poder subsistir, para hacer equilibrio. Muchas personas tienen la angustia de perder pie y hundirse, al tiempo que aquellos que no pueden cubrir sus necesidades básicas están dominados por la ausencia de futuro, viviendo en un eterno presente y sin la capacidad para pensarse y delinear un proyecto. No son tiempos fáciles.

En un post anterior hablaba de que estamos más necesitados de buceo que de surfeo. Nos hemos alejado del primero para pararnos casi exclusivamente en el segundo. Nuestro ruidoso tiempo, plagado de innumerables estímulos, nos demanda como nunca que podamos escucharnos a nosotros mismos, para encontrarnos con lo que nos importa y con lo que creemos.

Las respuestas fáciles están en las redes sociales, por supuesto. Las complejas, aquellas que requieren trabajo, esfuerzo y coraje, residen en el interior de cada uno. En soledad, sin distracciones y en introspección: así es la vía para comenzar a conversar con uno mismo, lo cual no quiere decir que ello suceda en solitario.

La soledad es la esencia misma del liderazgo y el liderazgo el resultado de un proceso sin fin de conversaciones significativas con personas con las que sentirnos seguros y con las que poder desplegar y desnudar el alma. Las preguntas complejas y profundas, aquellas relativas a si estoy haciendo lo correcto con mi vida, a si creo en todas las cosas que me enseñaron de niño, a qué proyecto vital le dedicaré mis próximos años, requieren interlocutores seguros y confiables.

Las decisiones significativas y a veces difíciles, los momentos de elegir qué pastilla tomar, nos demandan más seguido de lo que pensamos. Las conversaciones íntimas con el Morfeo de cada cual nos ayudan a discernir cuándo es tiempo de pastilla roja.

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