En la actualidad y en casi todo el mundo utilizamos el calendario gregoriano, el sistema para medir el paso del tiempo que impuso en 1582 el papa Gregorio XIII, que sustituyó al calendario juliano en funciones desde la época de Julio César, en los albores del cristianismo.
La imposición del papa Gregorio a fines del siglo XVI incide en nuestras vidas, haciendo que muchas de nuestras planificaciones guarden relación ya sea con el inicio como con el final de cada año. Así como está el tiempo del calendario, el de los meses, semanas y días, también hay un tiempo psíquico que no se rige por el primero, sino que obedece, si se quiere, a otras motivaciones. Por ello es que muchas veces en determinados momentos puede que el tiempo se nos haga eterno o en su defecto se nos pase volando. Que una u otra cosa suceda se vincula con ese tiempo íntimo e incluso con el tiempo de cada uno en diferentes momento vitales.
En mi caso, fines de marzo e inicios de abril de este año que está culminando significaron un punto de inflexión, un momento en que ambos tiempos confluyeron y me decidí en ponerle más calor y ritmo a lo que venía publicando en esta página y en este blog. Si bien había abierto esta página en enero de 2016 y de allí en adelante había publicado algunas cosas, íntimamente sentía que no estaba dando un paso significativo en dirección a escribir y contar aquello que leo, escucho, miro y pienso, no sólo desde ahora sino desde hace muchos años. Tal vez no sean grandes ni relevantes cuestiones para el lector, aunque es mi deseo que algo de lo que escribo provoque, estimule y/o haga pensar y reflexionar y en el mejor de los casos invite a una acción transformadora.
Así entonces, el 1° de abril comencé con este desafío personal que consistía en escribir asiduamente sobre los temas que me gustan y en los que me desempeño profesionalmente: psicología, psicoterapia, sociedad, organizaciones, liderazgo, formación, educación, cine, literatura, actualidad, entre otros. De un modo casi que caprichoso me propuse escribir cada cuatro días, en el entendido que así estaría entre los siete y ocho posts mensuales y a finales de año (ahora) en el entorno de las 70 entradas. Escribir cada tres o menos días me parecía agobiante y hacerlo cada cinco o más muy espaciado. De tal modo que preparar algo para publicar y compartir cada cuatro días me pareció, en un inicio, manejable y desafiante y luego, con el correr de las semanas, una actividad que la mayoría de las veces fue disfrutable, algunas veces llevadera y en menor medida pesada.
El haberme propuesto una frecuencia determinada para publicar me llevó, por una parte, a desempolvar un montón de ideas que tenía ya sean en mi cabeza como en papeles sueltos que había ido acumulando durante años.
Es sobre todo el caso de las entradas sobre películas, como en el caso de Gran Torino, Match Point, Escuela de Rock, Up, Brave, Náufrago, Billy Elliot, Matrix y Monsters University. Todas ellas las había visto hace bastante tiempo y siempre había pensado acerca de lo bueno de compartir mis impresiones, de modo que hoy, en perspectiva, siento satisfacción por lo hecho. En la carpeta de artículos sobre películas y series que me han gustado mucho y sobre las que seguramente escriba algo, están Forrest Gump, Million Dolar Baby, The Truman Show, Coco, Avatar, así como Black Mirror y Breaking Bad.
Los artículos sobre películas y series de televisión no han sido un fin en sí mismo, sino disparadores para abordar temas diversos, desde la adolescencia, pasando por la diferencia entre adultos y grandes, hasta las implicancias de ser un adulto mayor en estos tiempos en que vivimos. Noticias de actualidad, hechos históricos e incluso libros, también han sido útiles a la hora de disparar y promover la reflexión y el análisis.
El espíritu de esta página, como lo manifesté cuando comencé esta nueva etapa el primer día de abril, es relacionar la psicología individual con el mundo de las organizaciones y todo ello con el marco general de la época en que estamos viviendo.
Para este cierre de año he releído varios posts y he descubierto, por un lado, que mucha cosa que en su momento me gustó como había quedado, hoy no la encuentro tan buena como entonces. Por otra parte, me he reencontrado con artículos y párrafos que había subestimado y que hoy revalorizo y me gustan más que antes. A continuación comparto una síntesis de estos nueves meses de escritura, con un condensado de lo que para mí son las ideas fuerzas que han guiado prácticamente todas las reflexiones:
Vivimos en un tiempo convulsionado, inquieto, incierto y volátil. Yo lo llamé mundo rock & samba, para diferenciarlo del mundo calesita que reinó hasta hace aproximadamente 30 o 40 años, cuando la orientación global (la brújula) la marcaban la política, la religión y el trabajo. Esos relatos globales iluminaban y guiaban la vida en comunidad y familia, a las personas, así como a las naciones. Actualmente, cualquiera de estos relatos no cobija, protege, alberga, sostiene y ampara como entonces. Vivir a la intemperie es muy riesgoso. Es como estar pendiente constantemente de si va a haber un terremoto, solo que en lugar de físico estamos hablando de un sismo psíquico. Cuando la supervivencia está en juego lo que se erosiona primero son los grises y el psiquismo entre en modo blanco o negro (atacar o huir). Es una obviedad pero vale decirlo: vivir así es muy costoso para cualquier organismo complejo: una persona, familia u organización. En tiempos inquietos, de rock & samba, lo más costoso no sólo es abandonar los momentos de calma, silencio e introspección, sino también sucumbir irreflexivamente, sin cuestionarlo, a los ideales que de forma constante son puestos en el pedestal: consumir para pertenecer, avanzar sin detenerse, rendir al máximo y obtener resultados al precio que sea. Vivimos un tiempo agitado donde el doble click se tiende a meter en la cabeza y las personas a creerse que las cosas funcionan como en los dispositivos electrónicos. Los procesos humanos son más parecidos a los biológicos que a los mecánicos.
El cambio de época en el que estamos, vertiginoso como no ha sucedido previamente en la historia, está entreverando los libros de la estantería. Todos los adultos son grandes pero no todos los grandes son adultos, la adolescencia tiende a extenderse mucho más allá de lo deseable, la juventud, el dinero, el poder y la celebridad son los nuevos dioses, al tiempo que la infancia está siendo colonizada por los grandes, privando a los niños de ese tiempo privilegiado en el que jugar y no ocuparse por el futuro son asuntos centrales.
Todos estos asuntos dan para mucho más y así será a partir de febrero de 2019, fecha en que retomaré la escritura en esta página. Por delante llega un tiempo de mayor buceo y menos surfeo, momentos de mayor reflexión que acción, en definitiva un período para calibrar la brújula y proyectar el rumbo próximo.
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