Ganó varios premios en diferentes festivales cinematográficos, incluida alguna nominación a los Oscar. Es una gran película, de una exquisita sensibilidad. La cuento entre mis favoritas, obviamente por cómo resuena en mí la historia que relata. Billy Elliot fue estrenada en el año 2000 y trata sobre un niño de 11 años que vive en un pueblo minero del norte de Inglaterra.
El telón de fondo de la historia es la Inglaterra de los años ’80 del siglo XX, gobernada por la «Dama de Hierro», la Primer Ministro Margaret Thatcher, la misma que envío a sus tropas a combatir a los argentinos en el conflicto por las Islas Malvinas en 1982. El escenario es un pueblo minero del norte del país que vive una huelga minera, en contra de las medidas gubernamentales que iban desmantelando progresivamente el aparato industrial, en este caso la extracción de materias primas como el carbón.
Billy vive con su padre, su hermano mayor y su abuela, quien sufre algún tipo de demencia y por lo tanto necesita ser cuidada, tarea que recae en buena medida en nuestro protagonista. La madre de Billy murió hace algunos años y su ausencia puebla el hogar familiar. Un trasfondo de tristeza se respira en el aire.
Boxeo, fútbol o lucha son las opciones extra escolares a practicar para los varones. A instancias de su padre, Billy comienza su incursión en el cuadrilátero hasta que descubre que una clase de ballet, por razones circunstanciales, funciona al lado del gimnasio. Allí Billy, tras sus primeras incursiones, comenzará a sentir algo diferente, a vibrar, cosa que no le pasaba con el boxeo. La profesora de danza, la Sra. Wilkinson, madre de una compañera de Billy, visualiza su talento, su fuego interior, su elemento, como díría Ken Robinson, hecho que constituirá el nudo del film.
La historia girará en torno al deseo de Billy por bailar y el conflicto que ello generará con su círculo familiar, es decir su padre y su hermano. Dedicarse a la danza es cosa de mujeres y un varón bailarín igual a marica. Homosexual es Michael, el amigo de Billy. Para ambos, el mundo de la ciudad donde han crecido se comienza a revelar asfixiante, gris, lineal. Un ambiente en el que ser minero parece ser el único destino.
Billy Elliot es una película que muestra fundamentalmente el conflicto del protagonista a tres bandas:
- del personaje consigo mismo, logrando exorcisar sus demonios, sus fantasmas, a través del baile. Fantasmas por la ausencia de una madre fallecida, una abuela cariñosa pero semi-muerta a causa de la demencia y una ciudad que asiste al declive de una actividad comercial propia de un mundo industrial que el thatcherismo desmanteló.
- del personaje con su hermano y sobre todo su padre, al romper la tradición y querer bailar y no boxear.
- y de Billy con la ciudad en la que creció, al no ofrecerle ésta más horizonte que lo preestablecido, lo ya marcado en el guión social y familiar: boxear, jugar al fútbol o luchar en el tiempo que deje libre el trabajo en la mina.
Si la abuela de Billy, aún con su demencia a cuestas, es un referente de conexión con la ternura y el cariño, la Sra. Wilkinson también aportará nido y sobre todo alas al deseo del chico. En aras de conectar a Billy con su fuego interior, la profesora le pide en un momento que traiga algo que permita ese vínculo. Billy aporta lo que sigue:
GEORGIA WILKINSON: “¿Qué es eso?”
BILLY ELLIOT: “Una carta.”
GEORGIA WILKINSON: “Ya veo que es una carta.”
BILLY ELLIOT: “Es de mi madre. La escribió para cuando tuviera dieciocho años, pero ya la he leído. Tenga.”
GEORGIA WILKINSON: “A mi hijo Billy. Querido Billy, ahora te pareceré un recuerdo lejano, lo cual creo que es buena señal. Habrá pasado mucho tiempo, y yo no te habré visto crecer, ni llorar…”
BILLY ELLIOT: “… ni reír, ni gritar. Y no habré podido regañarte, pero por favor, debes saber que he estado a tu lado…”
GEORGIA WILKINSON: “…contigo en todo momento…”
BILLY ELLIOT: “… contigo en todo momento, y que siempre lo estaré. Estoy orgullosa de haberte conocido, orgullosa de que hayas sido mío, no dejes de ser tu mismo, siempre te querré…”
GEORGIA WILKINSON: “… Mamá. Tu madre debió de ser una mujer muy especial.”
BILLY ELLIOT: “No, solo era mi madre”
Para Billy boxear será bailar y sus guantes sus zapatillas. Su padre lo aceptará pero no fácilmente. Nuestro joven protagonista lo enfrentará para reafirmarse en su elección y así continuar con su vuelo.
El personaje del padre será el que más evoluciona durante la película, tal vez para mostrar que ser padre, dar nido y alas a los hijos, no es una posición ni un título sino una función que demanda tanto presencia, constancia y flexibilidad, como generosidad y sacrificio. Esto último será lo que el padre haga en un par de secuencias. Primero haciendo leña el piano que fuera de su esposa para combatir el frío reinante; y luego rompiendo la huelga para poder generar ingresos que le permitan llevar a su hijo a una audición en Londres. La generosidad de este padre, su liderazgo, se hará extensiva también al hermano de Billy y luego al resto de los compañeros de trabajo. Así llega el final de la audición en el Royal Ballet School, el baile, el vuelo, la electricidad…
Billy Elliot es una preciosa película que creo nos regala varias preguntas: ¿qué hacemos con aquello que nos angustia y/o duele? ¿cómo lo procesamos y elaboramos? ¿hemos sido cuidados para después cuidarnos y cuidar? ¿somos nido para alguien y alas para nosotros? La escena final es maravillosa, síntesis del recuerdo de su madre, el apoyo de la Sra. Wilkinson y el sacrificio y generosidad de un padre que alentó el vuelo de su hijo…
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