Perder el alma ganando

Regreso al cine y a las reflexiones sobre asuntos más íntimos: las luces y sombras de los sujetos. En esta oportunidad el disparador para la reflexión es Match Point, la notable película de Woody Allen, estrenada en 2005 y que contó con la participación estelar de la por entonces en ascenso actriz Scarlett Johansson.

“El hombre que dijo «preferiría ser afortunado que bueno», tenía una profunda perspectiva de la vida. La gente teme reconocer qué parte tan grande de la vida depende de la suerte. Da miedo pensar que sea tanto sobre lo que no tenemos control. Hay momentos en un partido de tenis en el que la pelota alcanza a pegar en la red y por una décima de segundo puede seguir su trayectoria o bien caer hacia atrás. Con un poco de suerte sigue su trayectoria y ganas. O tal vez no y pierdes”.

El film en cuestión, si nos aventuráramos a ponerle un subtítulo, podría llamarse: Pequeño manual sobre cómo ascender socialmentePasión y cálculo o El papel de la suerte en la existencia humana. Cualquiera de ellos secundaría de buena forma el título que eligió Allen para su film.

Los personajes de la película son cuatro: Chris Wilton, Nola Rice y los hermanos Hewett, Tom y Chloe. Chris es un irlandés, de origen humilde y jugador de tenis devenido en profesor. Como tal, en un club de la alta sociedad londinense, comienza a darle clases a Tom, quien lo introducirá a su adinerada familia. Allí Chris conocerá a Chloe, hermana de Tom, con quien iniciará una relación. Hasta acá el pequeño manual de cómo lograr ascender socialmente funciona a la perfección. No hubo errores de cálculo ni precisión. La jugada para Chris resultó tal cual lo planificado.

match-point

La tentación. El diablo siempre puede hacer de las suyas y en este caso viene de la mano de Nola Rice, actriz estadounidense sin mucho éxito que está de novia con Tom, alumno de Chris y hermano de Chloe.

Nola y Chris tienen algo en común: son sapos de otro pozo en esa familia de clase alta británica. También en conjunto comienzan una relación a la que ella pone fin tras un tiempo. Nola posteriormente regresará a EEUU, luego de también terminar su relación con el acaudalado Tom, por sus incapacidades para amoldarse a los códigos de la alta sociedad como porque el niño rico deja embarazada a otra mujer.

Así las cosas, con Nola (pasión) lejos, Chris se casa con la insípida Chloe, en el marco de una vida de acomodo económico-financiero, con viajes, lujos y demás. Chris asciende en la empresa de su suegro y se regodea en su renovado estilo de vida. Sin embargo, el heredero no llega. El plan no funciona para Chris porque aunque lo intentan, su esposa Chloe no logra quedar embarazada.

El regreso del diablo se produce en una galería de arte, cuando Nola, de vuelta en Londres, se encuentra con Chris y Chloe. La tentación es más fuerte y Chris le pide el número a Nola. De allí en más la pasión se desata y podríamos decir viva la doble vida; por un lado, los placeres de la pasión y la carne con Nola y por el otro, las mieles de la buena vida material con su esposa Chloe.

Responde por tus actos. A todo esto Chris y su esposa siguen sin poder concebir un hijo y allí el giro inesperado se produce: Nola queda embarazada y le exige a Chris que se haga cargo de la situación, que se haga responsable. Chris le propone que aborte y Nola lo amenaza con contarle todo a su esposa Chloe.

El Chris que habita en cada uno. De aquí en más viene lo mejor de la película y el modo como lo resuelve su director es brillante, en el sentido que no baja línea sobre lo bueno y lo malo en materia moral, sino que apela al interrogante personal de cada espectador. Como si nos preguntara sobre el Chris que cada uno lleva dentro.

Brújula llamando a Chris me animaría a decir que podría ser otro subtítulo de la película. Una brújula que oriente al personaje acerca de sus decisiones. Creo yo que el film tiene la capacidad de producir una interrogación en los espectadores sobre cómo vivir integrado y no escindido/separado dentro de uno mismo. Como si nos preguntara sobre qué seríamos capaces de sacrificar, básicamente dentro de uno, en aras de una posición social, una mujer u hombre bondadoso o una holgura económico-financiera.

En tiempos de veneración de objetos y experiencias puntuales (que según las edades y/o posición social, puede ser desde una prenda de vestir, un auto, un viaje o una casa en un barrio equis) escasean las preguntas acerca de la responsabilidad por las decisiones tomadas. Una persona que escapa y desconoce su historia, sin aceptarla e integrarla, podrá tener suerte y ganar un «partido», pero es seguro que nunca ganará un «campeonato» y lo peor es que será más parecido a un zombie que a un humano, a un sujeto singular y con historia.

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