La espada de Damócles

Como psicólogo y psicoterapeuta leo, escucho y veo, sigo estudiando en definitiva, todo lo que puedo sobre los temas vinculados con mi profesión. Asimismo, como integrante de la sociedad en la que participo, también me intereso por otros asuntos que impactan y forman parte, en gran proporción, de lo que termino recibiendo y atendiendo en mi consulta psicológica y en los posteriores tratamientos psicoterapéuticos.

Entre esos temas que sigo atentamente están los relacionados con los cambios y transformaciones en las sociedades que vivimos y en el tiempo que nos toca vivir. En ese marco general estudio con atención lo relacionado con los cambios en el mundo del trabajo, con las tendencias que asoman en el horizonte y con el papel que como sujetos podemos desempeñar y jugar en ese mundo que viene alumbrando.

En este contexto, hace unos días leía lo siguiente en la entrevista al dirigente sindical Richard Read que le realizó el diario El Observador:

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Tras leer estas líneas obviamente es posible hacer una lectura político-partidaria, analizando si le está pegando a alguien y si además lleva agua para algún molino. Mi idea de ninguna forma es entrar en ello, sino prestar atención al bosque y no a los árboles. El bosque entiendo que es el asunto del futuro del trabajo, que se vislumbra, para algunos, desafiante y esperanzador, mientras que para muchos otros es sinónimo de precariedad, temor y mucha ansiedad, ya sea por miedo a perder el trabajo, por no lograr una promoción o simplemente por un aumento en la carga de trabajo para mantener los niveles de productividad.

Específicamente como psicólogo me ocupa el tema del trabajo y el futuro del mismo tanto por los efectos que produce en una persona la pérdida de su fuente laboral (como un avión al que se le apagan los motores en pleno vuelo o como un ciclista que deja de pedalear), así como también por la relevancia y necesidad cada vez mayor de acompañamiento que muchas personas demandan para lograr estructurar y luego poner a andar un proyecto profesional y a la vez personal.

La frase «las cosas nunca volverán a ser lo mismo» cada vez aplica más al futuro del trabajo. Se están produciendo enormes cambios a medida que la economía digital penetra en los lugares de trabajo y transforma los mercados laborales. Las tecnologías de la información están reconfigurando gran parte de las economías, desde la fabricación hasta la minería, la agricultura y las finanzas y muchos sectores más. Muchas empresas, gobiernos y ciudadanos comunes y corrientes no estamos preparados para la próxima convulsión, tal vez por temor o falta de familiaridad con lo que está por venir. Es ineludible la pregunta: ¿qué dudas, peligros y potencialidad conlleva la digitalización, la automatización, la inteligencia artificial y la robótica para el empleo, la productividad y nuestras sociedades? Quizás la pregunta en criollo podría ser: ¿a qué me dedicaré si un robot y/o un software termina por reemplazarme en mi puesto de trabajo? Y yendo un poco más allá en ese escenario: ¿de qué viviré, cómo pagaré las cuentas…?

La transición de un mundo mayormente estático, estable y en gran medida colmado de certezas está dando paso a otro caracterizado por el vértigo y la volatilidad. He llamado al primero de ellos mundo calesita y al otro rock & samba. En el primero, de forma lineal, estudiábamos, trabajábamos y luego nos jubilábamos, 15/20, 35/40 y 15/20 años respectivamente. En el que hoy estamos viviendo, estudiar, trabajar y jubilarse, aunque conservan cierta linealidad, están mucho más entreverados.

En el mundo calesita, cuando pensábamos en el trabajo, principalmente lo considerábamos, de forma muy simplificada, como algo en lo que poníamos nuestro tiempo y luego percibíamos dinero para, entre otras cosas, pagar las facturas, alimentarnos, criar a nuestros hijos y eventualmente vacacionar. En el mundo rock & samba, el desafío está pasando por transformar la mentalidad en torno al trabajo, con miras a concebirlo como algo mucho más que solo un sueldo.

Comprender, aceptar e interiorizar que vivimos en un tiempo volátil y cambiante es un gran paso. que tiene un lado oscuro y peligroso: creer que somos máquinas que tienen que producir y consumir, en un marco mental generalizado de ausencia de deseos y pensamientos propios y singulares. Hoy hacer equilibrio en el rock & samba es básicamente psíquico y emocional, ligado estrechamente con las preguntas que comienzan con qué, por qué y para qué.

La espada de Damocles es una frase utilizada para referirse a un peligro inminente, que alude a una espada que pende sobre nuestra cabeza y que en cualquier momento puede caer sobre nosotros. Accionar para transformar la realidad, y no reaccionar una vez ocurridos los cambios, es un asunto clave arriba del rock & samba.

El mayor peligro que se advierte en la actualidad es el derivado de renunciar al pensamiento propio y a conectar con los deseos, todo ello en favor de los ideales que promueve el mercado, generalmente asociados a objetos y/o experiencias que hay que comprar y/o consumir.

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Neo integró la idea de que habitaba un gran software (la Matrix) y así logró moverse más rápido y detener las balas. También nosotros, ya sea como individuos como actuando en red, podemos vivir más allá del presente continuo (las balas) que promueve el mercado, al cual la reflexión no le interesa. El enemigo de existo y pertenezco sólo si consumo se llama introspección, reflexión y análisis.

El mundo del trabajo y su futuro asoma esperanzador para aquellos que personal o colectivamente asuman que el rock & samba ha llegado y que la apuesta consiste (muchas veces en simultáneo con trabajar por un salario) en descubrir dentro de uno qué tiene significado, sentido y propósito. Como una ola que una y otra vez toma forma, el futuro se iluminará para aquellos que alternen y regulen buceo y surfeo como actividades permanentes.

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