Ahora sí, hemos pasado el invierno y ni julio nos preparó ni agosto nos llevó, como tampoco lo hizo el glamoroso Covid-19, quien aún sigue en el aire, aquí y allá, como amenaza potencial que nos recuerda que enfermarnos y/o morir pueden estar a la vuelta de cualquier esquina. Este tiempo veloz, volátil e incierto en el que estamos viviendo, en muchos sentidos está jaqueando las estructuras y modos de funcionamiento de un sinnúmero de personas, familias y organizaciones, a las que les cuesta (nos cuesta diríamos) mantenerse en pie haciendo equilibrio.
La tecnología, que propicia una aceleración y un romance con lo nuevo, hacen de nuestro mundo un lugar más parecido a un rock & samba que a una calesita; o dicho de otra forma, menos parecido a un tranquilo lago y más parecido a un río rápido que baja de una montaña. Las consecuencias son obvias: a veces el riesgo es mayor y en otras oportunidades lo que aumenta es simplemente la sensación. Y la distinción no es menor, porque no es lo mismo quien en este 2020 ha perdido el trabajo y/o su salud, que quien siente que está en riesgo porque no puede viajar y/o conocer el mundo.
Hay prioridades y prioridades y esta pandemia nos las está recordando permanentemente. El Covid-19 ha dejado al descubierto, como cuando hay marea baja, todo aquello que se había barrido para debajo de la alfombra, trayendo consigo lo que se creía controlado y/o no asumido.
Así las cosas, la orientación en medio de esta crisis, en el persona a persona, se relaciona con dejar de negar, comenzar a aceptar y abrazar la esperanza.
Agustín ,Cómo estás? Primero quiero agradecerte todo el material que me compartes, escrito por ti, me gusta mucho la forma de encarar cada tema. Yo escribo cuentos, desde niña escribía poemas, canciones y te cuento con mucho orgullo, un cuento mío salió publicado en el libro de Malena Muyala, “Pebeta de mi barrio”. Estudié dos años de Psicoterapia Reichiana, cursos de post grado para psicólogos, por lo cual tengo varias amigas colegas tuyas. Esos cursos me enseñaron mucho a conocerme y conocer el entorno y la gente que me rodea. Comencé el curso en el 2010 cuando estuve todo un año con licencia médica y terminaron jubilándome por incapacidad total y física, pero me dije “No quiero dormir, yo quiero Vivir!!”, porque no aliviaban mis dolores físicos sino que me hacían dormir muchas horas y eso no era vida, no es lo que quería ni quiero para mi ni para nadie. Reitero, esos dos años me ayudaron a reordenar mi vida a tal punto que después de 30 años pedí el divorcio, tengo un buen vínculo con el padre de mis hijos, pero lo más importante es que encontré la paz que tanto buscaba. Fue por mis patologías que terminé acercándome a Atueru y aportando lo que podía a la asociación, pero más allá de eso y con patologías encima, pero aprendí a salir adelante, a disfrutar cada momento, a hacer todo aquello que me gusta, estudié y dí clases en la Uni3 (Universidad del adulto mayor). Hace un año me mudé de Montevideo a El Pinar, para estar más cerca de una nieta que hoy tiene dos años y medios, estoy en una cooperativa cuyos vecinos son estupendos, lamentablemente comenzó el tema de la pandemia y no estoy estudiando nada, sí sigo creando cosas para estar entretenida. Sigo en contacto con Adhipu pero por mail o wahtsapp, pero ya no concurro a reuniones, etc. Además, como le explicaba a Miguel Pazos, como no estoy involucrada con esa patología no me siento en condiciones de participar con aporte alguno, yo apoyaba mucho a Alejandra Taborda y a la sra. De Miguel, Barbara que era la secretaria hasta que falleció. Perdón, me volé…, mil disculpas, todo comenzó con mis ganas de felicitarte porque me gusta leer tus textos y me llegan, me sirven, me orientan. Un gran abrazo “virtual”, por ahora, debido a la pandemia, sigue adelante!!!!!!! Elizabeth
Enviado desde Correo para Windows 10
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Hola Elizabeth! Primero que nada disculpas por el retraso en responder tus líneas; y en segundo término agradecerte por compartir tus vivencias, las cuales hablan del esfuerzo y dedicación por (como decís vos) reordenar tu vida y comenzar a elegir diferente. Van mis deseos de que sigas por ese camino. Abrazo y hasta pronto, Agustín
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