Abrazando la vida

El pasado domingo 22 de diciembre despedimos el año con los compañeros de ruta del Grupo de Apoyo para Pacientes Oncológicos y sus familias. Se trata de un espacio que ha excedido lo profesional y se ha convertido en un ámbito de aprendizaje, en el que la vida de todos ha  cobrado otra perspectiva a la luz de las experiencias de las personas que, como psicólogos, acompañamos todos los miércoles en el 5to piso del Hogar La Campana de la Fundación Peluffo Guigens, donde tiene su sede la Fundación Clarita Berenbau.

Junto a Daniele Restano y Soledad Santana llevamos adelante desde mediados de 2018 esta labor, que ha sido posible gracias a la visión y acción de Cristina Guiria, quien semana a semana no solo ha acompañado los encuentros sino también brindado el apoyo necesario para que éstos se desarrollen sin inconvenientes. A continuación comparto el video que los integrantes del Grupo de Apoyo realizaron para agradecernos por compartir junto a ellos esta parte del viaje:

Tener cáncer probablemente sea una de las experiencias más estresantes en la vida de una persona y su familia. Los grupos de apoyo ayudan a muchas personas a lidiar con los aspectos emocionales de la enfermedad al proporcionar un lugar seguro para compartir y superar los sentimientos y desafíos, al tiempo de también permitir que las personas aprendan de otros que enfrentan situaciones similares.

Recibir un diagnóstico de cáncer a menudo desencadena una fuerte respuesta emocional. Algunas personas experimentan conmoción, ira e incredulidad, mientras que otras pueden sentir intensa tristeza, miedo y una sensación de pérdida. A veces, incluso los familiares y amigos más comprensivos no pueden entender exactamente cómo se siente tener cáncer, lo que puede derivar en sentimientos de soledad y aislamiento.

Los grupos de apoyo permiten a las personas hablar sobre sus experiencias con otras personas que viven con cáncer, ayudándoles a reducir las ansiedades y miedos. Los miembros del grupo pueden compartir sentimientos y experiencias que pueden parecer demasiado extrañas o demasiado difíciles de compartir con familiares y amigos. Ser parte de un grupo a menudo crea un sentido de pertenencia que ayuda a cada persona a sentirse más comprendida y menos sola.

Los miembros del grupo de apoyo también pueden hablar sobre información práctica. Esto puede incluir qué esperar durante el tratamiento, cómo manejar el dolor y otros efectos secundarios del tratamiento, así cómo comunicarse con el equipo de atención médica y los miembros de la familia. El intercambio de información y consejos puede proporcionar una sensación de control y reducir los sentimientos de impotencia.

A nivel internacional, muchos estudios han demostrado que los grupos de apoyo ayudan a las personas con cáncer a sentirse menos deprimidas y ansiosas, así como ayudar a que también se sientan más optimistas y manejar mejor sus emociones.

Un grupo de apoyo puede ser extremadamente útil para disminuir los sentimientos de aislamiento y soledad. Además de ayudar a sobrellevar la pérdida que experimenta una persona y/o sus seres queridos, también ofrece un terreno fértil para la camaradería y el apoyo. En ese sentido, los grupos brindan un espacio seguro donde poder compartir la historia personal con otros, llorar y comenzar el camino hacia la curación.

Muchas veces las personas que participan en grupos de apoyo se sienten como una «familia», o como una «tribu», tal como hemos bautizado a nuestro grupo de los miércoles. Esta es una experiencia común ya que los miembros del grupo al compartir historias y sentimientos crean vínculos duraderos y poderosos entre ellos. Los participantes en grupos de apoyo validan su experiencia y emociones, reforzando sus fortalezas al poder exteriorizar sentimientos intensos como tristeza, enojo o confusión.

Aunque los grupos de apoyo pueden fortalecer y fomentar la capacidad para hacer frente a la enfermedad y/o la pérdida, es importante tener en cuenta que éstos pueden no ser para todos. Algunas personas se benefician de participar en ellos y también realizar psicoterapia individual, mientras que otras personas sólo se sienten cómodas realizando esta última.

 

Setiembre de este año que nos deja también fue propicio  para compartir una charla sobre Duelo(s) con los voluntarios de la Fundación, aquellas personas que luego se encargan de atender los teléfonos para escuchar a personas y familiares que están viviendo con cáncer.

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La pena es un viaje, el duelo un proceso. Una enfermedad como el cáncer o una pérdida de un ser querido no solo interrumpe la vida de una persona, sino que la cambia para siempre. Cuando alguien ve interrumpida su vida por un diagnóstico o la muerte de un ser querido, puede ser difícil saber qué decir o cómo ofrecer consuelo y apoyo. Hay varias formas de apoyar a alguien que está pasando por esta difícil experiencia y aquí te ofrezco algunas formas en que se puede brindar apoyo a alguien que está atravesando o procesando un duelo:

  • Ser un buen oyente. A veces, lo mejor que se puede ofrecer a alguien que está de duelo es escucharl@, asegurándole que está bien hablar sobre sus sentimientos. Aunque no se puede borrar el dolor por un diagnóstico o por la pérdida de un ser querido, estar presente en cuerpo y alma constituye una gran ayuda.
  • Respetar la forma en que una persona procesa la pérdida. No hay una forma correcta o incorrecta de procesar un duelo. Todos lloran a su manera. Lo que es universal es estar triste luego de perder algo o alguien querido.
  • Aceptar los cambios de humor. Hay que tener en cuenta que una persona afligida y triste va a tener altibajos emocionales. El duelo a menudo se describe como una montaña rusa emocional. Alguien que acaba de recibir un diagnóstico que cambiará su vida o de perder a un ser querido puede sentirse bien en un momento y deprimirse al siguiente. Esta es una parte normal del proceso de duelo.
  • Evitar dar consejos. Es mejor evitar hacer sugerencias sobre lo que la persona en duelo debe o no debe hacer y/o sentir. Tales consejos generalmente están bien intencionados, pero pueden hacer que la persona afligida se sienta peor. En cambio, es crucial hacerle saber a la persona que sufre que uno reconoce cuán grande es la crisis por la que está atravesando.
  • Abstenerse de tratar de explicar la pérdida. Las palabras destinadas a consolar a los deudos pueden en algunos casos tener el efecto contrario. Se trata de escuchar y acompañar más que de cualquier otra cosa.
  • Ayudar con tareas prácticas. Una persona en crisis y/o afligida puede estar contenta y muy agradecida de recibir ayuda con actividades cotidianas, para las que momentáneamente no encuentra sentido ni fuerzas. En lugar de decir: «Avisame si hay algo que pueda hacer para ayudar», es mejor ofrecer asistencia con tareas específicas en las que se esté en condiciones de colaborar.
  • Mantenerse conectado y disponible. No hay un horario para el dolor. Las personas que están afligidas necesitan tiempo para sanar, así que es importante ser paciente. Es relevante mostrarse disponible para cuando la persona en crisis esté lista para hablar o estar junto a otras personas.
  • Ofrecer palabras que toquen el corazón, ser empático. Es natural luchar para encontrar las palabras correctas; sin embargo, el asunto es que las palabras simples son con frecuencia las mejores, como por ejemplo: «… lamento mucho tú pérdida, ¿cómo te puedo ayudar?».

En síntesis, no importa cuán inseguro uno se puede sentir respecto al apoyo que está ofreciendo a alguien que está sufriendo luego de una pérdida. Lo importante es que uno esté realmente preocupado y con deseos de ayudar. La o las personas que están sufriendo lo más seguro es que aprecien los esfuerzos sinceros de aquel o aquellos que están, en cuerpo y alma, para brindar apoyo y contención.

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