Modo «fin de año»

Diciembre avanza y lentamente nos encaminamos para entrar en modo «fin de año», cuando todo parece acelerarse y el enfoque recae en dónde y con quién vamos a pasar las fiestas tradicionales, qué vamos a compartir (comer y tomar) en ellas y cuáles son los encargos para Papá Noel. Con este marco de fondo, esta última semana ha supuesto el cierre anual de dos preciosos proyectos de los que formo parte.

El más nuevo de ellos, al menos nuevo en el tiempo, es el que he compartido colaborando con la Fundación Clarita Berenbau, a partir de una idea inicial que comenzamos a desarrollar estando en Fundación Salud en la primera parte del año y que finalmente terminó despegando gracias a la confianza y valioso empuje que le imprimió Cristina Guiria, por un lado, y a la dedicación y enorme cariño que le pusieron mis colegas psicólogas Daniele Restano y Soledad Santana.

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El Grupo de Apoyo Psicológico para pacientes oncológicos y familiares funcionó desde mediados de año a inicios de diciembre en el Hogar La Campana de la Fundación Peluffo Giguens, a quien también hay que agradecerle por facilitar el lugar para los encuentros. Motivó la generación de este espacio lo que significa el cáncer, probablemente una de las enfermedades que causan mayor miedo y que gran parte de las personas asocian su diagnóstico al sufrimiento, al dolor y a la muerte. Abrimos los encuentros también a los familiares, llamados muchas veces pacientes de segundo orden, debido a que en su rol de soporte muchas veces sienten que deben suprimir sus emociones o mostrar su apoyo sin angustiarse. La consecuencia de comportamientos de esta naturaleza conduce a que los niveles de ansiedad y estrés puedan ser iguales e incluso más altos que los del propio paciente diagnosticado.

2019 se vislumbra auspicioso para continuar con este proyecto, obviamente beneficioso pero sobre todo muy necesario cuando personas y familias se encuentran transitando por la banquina. Seguramente procuremos ampliar el alcance del mismo hacia el interior del país, para apoyar y colaborar con las decenas de organizaciones civiles que apoyan a pacientes oncológicos y familiares. Asimismo, intentaremos sumar a esta iniciativa lo que también venimos realizando en el ámbito de la Alianza de Pacientes Uruguay.

William Deresiewicz es un escritor, ensayista y crítico literario estadounidense, quien en un discurso (Soledad y Liderazgo) afirmó que el sujeto actual lo que necesita es conocer las herramientas intelectuales que le permitan relacionar materias, profundizar en las ideas, poder elaborar sus propias hipótesis y fundamentalmente aprender a ser crítico con lo que escucha, lee o le explican. Deresiewicz agrega también que nos cuesta estar solos, pensar más allá de lo establecido y sobre todo separar lo relevante de lo superfluo, en un mundo dominado por infinitos estímulos. Entre otras cosas termina aseverando que la educación en que nos hemos formado y que aún forma a nuestros niños sigue basada en el sentate, callate, escucha y repetí y todavía lejos de poner como norte la flexibilidad intelectual y la formación humanística.

Tratar de relacionar de manera creativa y valiosa ideas o materias aparentemente alejadas es una de las cosas que a lo largo de cada año llevamos a cabo en otro de los proyectos que integro y que en este diciembre vio culminar su quinta edición.

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La Escuela de Jockeys, iniciativa liderada por HRU, en la que participo desde 2014 cuando se llevó a cabo la primera edición, funciona en el Hipódromo Las Piedras. Es un curso anual, de carácter práctico y teórico que tiene como objetivo principal formar jóvenes para que se inserten como jockeys en las principales pistas del país: Maroñas, Las Piedras, Colonia, Paysandú, Melo y Florida.

En un post anterior consideraba que la presencia de los hipódromo en las zonas donde están insertos significaba un círculo virtuoso que dinamizaba y alteraba la geografía del lugar pero sobre todo la vida socio-económica de las miles de personas y familias que se favorecen por su presencia. El proyecto Escuela de Jockeys llega en 2014, once años después de la reapertura de Maroñas, para contribuir a la profesionalización de la actividad a través de una propuesta educativa que apunta a capacitar jinetes pero sobre todo a formar personas. Entendemos que cuanto mejor personas, mejores profesionales, habida cuenta que en las victorias como en las derrotas lo que termina haciendo la diferencia es el sujeto que las experimenta, un sujeto que con disciplina, humildad, perseverancia, paciencia y sobre todo cariño para con la herramienta que ha adquirido, podrá disfrutar con mesura los logros y no colapsar cuando lo que dominan son las derrotas. Capacitamos para que egresen jockeys de calidad y formamos personas para un mundo cambiante e incierto.

Al igual que con los grupos de apoyo para pacientes oncológicos, en 2019 también continuaré aportando y colaborando con este proyecto educativo. Una y otra actividad están unidas por mi propósito profesional y personal: colaborar y compartir con personas, equipos y organizaciones a vivir vidas más significativas, plenas y transformadoras, ya sea que estén en el camino como en la banquina.

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