Carretera y equilibrio

Estos últimos días de abril han estado enfocados en el trabajo junto a profesionales de la salud y organizaciones de pacientes que prestan un servicio de mucho valor, frecuentemente subestimado y no utilizado por los prestadores sanitarios. El miércoles 25, en la Peluffo Giguens, con Licenciadas de Enfermería conversando sobre Humanización y ayer viernes en Treinta y Tres en una charla sobre la necesidad de poner al paciente en el centro del sistema sanitario.

En los días previos, mientras preparaba la presentación a las Nurses, me preguntaba cómo enfocar el tema o qué mensaje quería dejarles, acerca de humanización en la atención sanitaria. La conclusión a la que llegué es que son ell@s, que trabajan día a día juntos a personas que sufren y tienen miedo, quienes saben sobre el asunto. Y ni más ni menos porque su quehacer tiene que ver con cuidar.

De este modo, me presenté afirmando que lo que iba a hacer era compartir algunas ideas y reflexiones a partir de mi labor profesional como psicólogo y psicoterapeuta, así como también como colaborador en Fundación Salud de asociaciones y grupos de pacientes, desde hace casi ya cinco años.

En ese sentido, compartí la idea que humanizar la atención no es otra cosa que volver a las fuentes, a lo esencial, a la conexión humana, a mirar a los ojos a quien consulta, y descubrir o ir hacia el otro para saber qué le pasa y tener la posibilidad de calmarlo, de aliviar en algo su sufrimiento. Somos una unidad, mucho más que alma y cuerpo. Hay algo más allá del cuerpo doliente y es el miedo, la angustia a sufrir, a empeorar e incluso morir. El personal sanitario, en este caso las Nurses, cuidan mucho más que un cuerpo doliente. Hay una persona con emociones que pide muchas veces con «gritos silenciosos» que la calmen, que le hablen, que le consuelen, que no le dejen sola.

Probablemente la soledad sea el mal de esta época de conexiones digitales. Nunca más conectados y nunca más solos. Mucho perfil y poco volumen; mucho perfil y cuál es tu historia.

Esto me hace acordar a esas publicidad de farmacias, de figuras de cartón del tamaño de una persona. De frente dimensiones «normales», pero si te pones de costado es solo un perfil de cartón, sin volumen, sin historia, sin profundidad.

¿Y quién cuida al que cuida? Gran pregunta: creatividad, imaginación, construcción de soluciones, inteligencia colectiva. Todos con los sensores prendidos para detectar la angustia, la quemazón, el desasosiego. Estar atentos en cualquier equipo a los primeros «quintos de fiebre». En lugar de una organización y/o equipo, sea esta sanitario o de otra naturaleza, jefe-dependiente, necesitamos cada vez más una inteligencia colectiva. El liderazgo es situacional.

Los jefes, asimismo, necesitan comprender que crecen y se fortalecen cuando integran la vulnerabilidad a su proceder, cuando tienen la humildad (fortaleza) de admitir un «no sé», un «no entiendo», un «pensemos juntos». Se trata de ir del yo al nosotros. El idioma de quien influye es el plural.

Pienso en la metáfora del iceberg para reflexionar en el paciente que acude al centro hospitalario: va el cuerpo doliente y también un alma sufriente, miedosa. Esa parte de uno que no es visible a los ojos pero sí al radar emocional del otro abierto a hacer contacto y/o conexión. Es nuestra tarea también atender y cuidar esto. Fantásticos los avances tecnológicos de la medicina. Ahora, no nos olvidemos de las «materias básicas» que nos hacen mejores humanos: la afectividad, la empatía, la compasión, nuestra capacidad para conectar e influir. Nos está yendo la vida y nuestras existencias en esto.

En lugar del «millón de amigos» en facebook, cómo nos va con nuestro círculo más íntimo, sea en casa o en el trabajo; ¿cómo está esa red? ¿Fuerte, débil… le haces mantenimiento?

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Como en la foto desde el espacio donde se ven las luces de las ciudades, nuestras tareas están pasando por propiciar el encendido de las energías colectivas, de conectar personas y almas y potenciar equipos y transformar nuestras realidades. ¿Fácil? Claro que no. Esto no es el doble click ni el Ctrl+Z de la computadora que nos permite cambiar de pantalla o deshacer una acción. ¿Desafiante? Por supuesto, y que bueno que sea así. Quiere decir que estamos vivos.

Primero las personas, después los papeles. Notable la tecnología, pero recordemos las básicas: sostener y orientar, como cuando aprendimos a andar en bicicleta. Escena 1: esta es la bicicleta. Escena 2: ando con rueditas. Escena 3: ando sin rueditas. Transversal a las tres escenas están las innumerables caídas.

¿A qué viene esto? A que cuando alguien «cae» y visita el hospital/sanatorio, algo de su equilibrio (la oscilación entre los 36 y 37 grados) dejó de funcionar. Al entrar en un hospital, creo yo que casi todos, dejamos al adulto en la puerta y nos entra el miedo. Nos volvemos niños, emocionalmente hablando, aún cuando algun@ pretenda demostrar lo contrario, sea a través de un comportamiento autosuficiente o alguien enojodo y/o violento.

Visitar el hospital/sanatorio es como ese vehículo (bicicleta) que se va a la banquina luego de haber perdido el equilibrio y caerse. Nos recuerda que un poco más allá está el precipicio, la finitud, la muerte, por lo menos la física.

Y vos, ¿cómo estás transitando por la carretera? ¿Lento o rápido? En caso afirmativo, ojo, porque de cualquiera de las dos formas podes terminar en la banquina, internado e incluso extinto. Mantenerse equilibrado en la carretera, en el camino, requiere, cuándo no, conexión con nuestra historia, interrogación sobre nuestro presente y entusiasmo para transformar la realidad.

 

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27 comentarios sobre “Carretera y equilibrio

  1. Desde hace un tiempo ( cuatro años) , un equipo de profesionales ( médico, psicólogo, fonoaudiólogos, escritores o artistas plásticos, etc), estamos intentando sensibilizar a los equipos de salud con talleres de «humanidades médicas», en nuestro caso a través de la narrativa. Es una experiencia sumamente gratificante para quienes damos el curso como para quienes participan. Generar empatía y aprender a ponerse en el lugar del otro es lo que intentamos promover.

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