Propósito, profesión y cambio

En 2013, en el marco de mi anhelo por ampliar mi horizonte profesional, di clases de Orientación Vocacional en un 3er año de ciclo básico en la UTU de Malvín Norte (ETMN). Constituyó toda una experiencia compartir con muchach@s jóvenes todo ese año, en el que abordamos sus inquietudes e incertidumbre sobre el presente y el tiempo por venir.

Parte de la experiencia de ese año la recogí y sinteticé en un blog (http://tupasiontuprofesion.blogspot.com/), donde fui subiendo ideas y materiales que íbamos trabajando con los alumnos. Desde ese 2013 al día de hoy ha pasado mucha agua debajo del puente y en buena medida el modo en que viene mutando, a pasos agigantados, el concepto de orientación vocacional, educativa y profesional.

En varios posts anteriores abordaba los notables y relevantes cambios que se están produciendo en nuestras sociedades, los procesos de transición que nos están llevando de un mundo calesita a un mundo rock & samba, en criollo, de un mundo de certezas y estabilidad a otro cambiante y complejo. Estamos inmersos en un mundo donde lo incierto y lo volátil pululan por doquier y en donde se han esfumado las garantías de un mundo y/o un contexto de seguridad. Parecería que va quedando poca cosa cierta, en el marco de lo cual también vienen perdiendo pie categorías conceptuales como la de orientación vocacional y junto a ella la de identidad personal.

Ambas categorías pertenecen a un mundo agonizante, el mundo calesita, donde lo cerrado, lo único y lo verdadero dominaban el escenario conceptual. Ya no es posible hablar de sujetos (de personas) libres, autónomos y autodeterminados. En un mundo en movimiento, por favor piense en el rock & samba, acción y pensamiento, acción y reflexión, constituye el binomio indispensable para mantener el equilibrio.

En el actual contexto, donde el papel de la red es crucial, es un error muy grueso seguir pensando en la vocación como si se tratase de hacer un pozo para buscar petróleo o aguardar la iluminación divina. Hoy lo vocacional está más ligado a palabras como búsqueda, creación, desarrollo, enriquecer, encastrar y desarmar (legos)El desafío hoy y mañana está en cómo voy/vamos a poner en el terreno mis/nuestros conocimientos, habilidades y deseos para generar y aportar valor a otros.

Es un asunto movilizador y que genera ansiedad e inquietud porque nos está obligando a todos a pensar por nosotros mismos y superar el duelo por la creciente ausencia de mapas que nos brinden certezas sobre cuál es el camino a seguir. El mundo lineal se muere, aquel en que había un tiempo para la educación, otro para el trabajo y otro para la jubilación.

primer-relevo-ap-940-600.jpgHoy todo está más entreverado y es cada vez más necesario, en diversos ámbitos, la creación de espacios de intercambio o zonas mixtas (como en el mundial de fútbol) donde se experimente, se ensaye y también se erre. Estamos avanzando hacia la progresiva creación y fortalecimiento de espacios donde el pasaje de la posta, entre sistema educativo y sistema productivo, sea lo más indistinguible posible. En nuestro país y en el exterior ya existen experiencias educativas donde se comienza a salir del clásico sentate, callate, escucha y repetí.

El formato magistral, en la educación y también en lo laboral, va cayendo en desuso en favor de otro caracterizado por el compartir experiencias y donde el ensayo, el error y la reflexión sean las líneas guía.

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Me gusta mucho la metáfora sobre el dilema de Tarzán: «¿qué sucede si suelto una liana y no hay otra u otras de las que agarrarme?». Allí radica el gran dilema que atraviesa al sistema educativo y productivo: cómo preparar a las generaciones futuras para un mundo que cambia, muta y se transforma de una forma que no conocíamos. No hay dudas que dotando a las nuevas generaciones y también a las no tan nuevas para vivir casi permanentemente en modo aprendizaje, atentos a la realidad y a intervenir para accionar sobre ella y transformarla.

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En medio de todo esto no es menor el temor que genera la posibilidad de quedar excluidos, al costado del camino (en la banquina) o rezagados en el pelotón. En función de ello es fuerte la tentación de seguir carreras u oficios que a primera mano parecieran garantizar sostén y proyección económica. El riesgo de ello es caer en un espejismo y ver un oasis donde, pasado un tiempo equis (un lustro, una década), pueda terminar habiendo solo arena. Esto no quiere decir desconocer la relevancia del dinero y sus implicancias, sino también darle el justo valor a los deseos y expectativas que cada cual alberga.

Unir satisfacción y sostén económico, salario material y salario emocional, hacer de aquello que te gusta (nos gusta) una profesión sería como ganar la lotería. Ahora, eso tampoco garantiza nada, porque el mundo en que estamos viviendo es como una bicicleta: si dejamos de pedalear (reflexionar y actuar) perdemos el equilibrio.

El desafío está allí, frente a nosotros, en crecimiento y sin detenerse. El tiempo de bicicleta con rueditas convivirá cada día más con el de muchas personas que se proponen soñar, imaginar, pensar y ejecutar proyectos que impacten en el mercado, que solucionen problemas y generen beneficios. El cambio que viven las sociedades contemporáneas en brutal. Los caminos preestablecidos que antes llevaban a buen puerto (consigo trabajo de lo que estudié), se comienzan a extinguir, obligándonos a pensar cada día más en trayectos e itinerarios a crear e inventar. El modo aprendizaje, búsqueda y propósito llegó para quedarse.

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