Menos freezer y más proyectos

En el entorno dinámico de hoy en día, la colaboración, el trabajo en equipo, el aprendizaje y la innovación son cada vez más importantes. Vivimos en un mundo que se parece mucho más a un rock & samba, moviéndose de forma constante e impredecible, que a una calesita, con movimientos repetitivos y esperables.

Durante los últimos posts vengo escribiendo sobre el contexto en el que vivimos, así como sobre liderazgo y cambio organizacional. Es un asunto que me gusta mucho y al que le encuentro múltiples paralelismos con lo que sucede, por ejemplo, con los niños y adolescentes que los psicólogos clínicos atendemos en consulta. El diario El Observador de hoy (18 de noviembre) publicó una nota titulada: ¿Por qué aumentaron los trastornos psiquiátricos en la infancia? Allí la periodista recoge las opiniones de dos médicos psiquiatras y una psicóloga, que entre sus expresiones destaco:

  • “Se puede afirmar que a medida que la edad del niño avanza, aquellos que están en zona de riesgo pasan mayoritariamente a la zona de patología. Por lo tanto como profesionales debemos cuestionarnos cuándo debemos empezar a intervenir. Si esperamos a que todas las patologías ya hayan florecido, vamos mal… si dejamos las actuaciones para la edad escolar, ya llegamos tarde. Hay que pensar cómo abordar estos temas desde el preescolar”. Laura Viola – médica psiquiatra.
  • “Lo que podemos afirmar con propiedad es que hoy hay mayor conocimiento sobre las patologías de los niños y eso puede explicar que los médicos trabajen con más elementos a la hora de diagnosticar… El hecho de que hayan aumentado las consultas infantiles refiere al aumento de la evidencia científica que se generó en el mundo sobre la salud mental de los niños pero también porque los padres están más ausentes que antes en la vida de los niños. Y si están no conectan con ellos… la prioridad no siempre es el estado de salud del hijo”. Ariel Gold – médico psiquiatra.
  • «El problema es que se antepone el diagnóstico patológico antes de trabajar lo que pasa por la vida de ese niño. Instalan la idea de trastorno, que es sinónimo de niño enfermo, previo a contemplar la situación global del chico. Y no siempre un sufrimiento es necesariamente una enfermedad… Ellos no tienen la capacidad de verbalizar si sienten tristeza. Lo expresan mediante su cuerpo. Y si se lo diagnostica a la primera, el paso siguiente será medicarlo y luego estudiar la evolución que tuvo el niño a ese fármaco, que además puede jugar en contra porque podría distorsionar el síntoma, que era lo que ese chico necesitaba expresar… Hace falta avanzar más en este terreno. Las realidades de los niños son mucho más complejas que las definiciones reduccionistas que aparecen en los manuales médicos internacionales”. Adriana Cristóforo – psicóloga.

Lo primero que se me ocurre tras leer la nota y sobre todo las expresiones vertidas por los profesionales es la sutil diferencia de enfoques que puede advertirse.

Llamaría a uno de esos enfoques modo foto y al otro modo película. El primero de ellos consistiría en aislar el comportamiento o síntoma desvinculándolo de aquello que lo puede estar produciendo, en tanto que el modo película sería un enfoque que contempla las causas (pasado) y la dimensión de proyecto (futuro), es decir por un lado evitar caer en el etiquetado o rotulado fácil de un comportamiento y por otro dejar la posibilidad abierta para el cambio y la transformación.

No tengo dudas que la riqueza está en conjugar ambos enfoques. Es necesario sacar una buena foto (diagnóstico) para poder encarar un tratamiento adecuado y beneficioso. Ahora, esa foto no tendría que cerrar la dimensión del proyecto a causa de un rotulado que obture la posibilidad de cambio o transformación.

Llegados hasta acá me gustaría decir lo siguiente: los niños necesitan crecer yendo de la calesita al rock & samba, vale decir de lo predecible y esperable a lo incierto y volátil. O lo que es lo mismo, del blanco y negro a los grises. Los niños son proyecto, potencialidad y hay que evitar a toda costa clausurar la posibilidad de la transformación con una etiqueta congeladora.

freezer.jpeg

Todos los adultos son grandes pero no todos los grandes son adultos. Para no meter en el freezer las situaciones, hecho que en el caso de los niños es consecuencia básicamente de los padres, es necesario que estos últimos puedan comportarse como adultos, aceptando e identificando, primero, de qué forma son productores de lo que le pasa a su hij@ y comprometiéndose con la transformación del contexto y situación, en segundo lugar.

Cuando el mundo de hace dos o tres décadas se parecía a una calesita, los grandes y adultos encontraban seguridad psicológica bajo el refugio de la estabilidad laboral, los discursos políticos totalizantes e incluso la religión. El rock & samba en el que progresivamente se ha convertido el entorno y contexto actual va dejando al descubierto o a la intemperie las dificultades para hacer equilibrio psíquico en un marco de volatilidad e incertidumbres.

marea baja

Marea baja. Como cuando hay marea baja y queda a la vista aquello que el agua tapa, el rock & samba (en el que nos encontramos parados) está provocando desasosiego, inquietud, ansiedad y miedo. La marea baja está dejando al descubierto que muchas personas apenas se pueden comportar como grandes, constituyendo ello una seria dificultad en la medida que son los que tienen que cuidar y críar a los grandes/hombres del futuro.

Como el agua de Bruce Lee. El equilibrio en el rock & samba es necesario que (en diferentes ámbitos) comience a hacerse en equipo, a realizarse en red. Imagine por un momento a muchas personas agarradas de las manos tratando de acompañar el entorno en movimiento. Esas personas poseen sensores y la flexibilidad necesaria para responder al movimiento ni bien este es detectado. El equilibrio, así, termina siendo una suerte de baile con el entorno o como el agua, al decir de Bruce Lee: adaptándose permanentemente.

En un mundo pensado como una red en movimiento permanente, el peligro lo constituyen los agujeros negros deshilachados en el que personas o equipos puedan caerse e incluso allí perderse.

Entiendo que gran parte del futuro de las organizaciones, con o sin fines de lucro, necesita de equipos donde la seguridad psíquica esté garantizada. Si las personas son vulnerables y el equipo reacciona con apoyo, la seguridad psicológica aumenta. Si el equipo reacciona con ridículo, el individuo queda desprotegido y la seguridad psíquica se degrada.

El actual contexto necesita de equipos que se comporten como pelotones de ciclistas o bandadas de pájaros, adaptados al contexto y poder descentralizado, capaces de ofrecer seguridad psíquica a sus miembros y en consecuencia garantizar la asunción de riesgos, la innovación y el señalamiento de posibles problemas cuando los haya. En tiempos de rock & samba, el comando y control es un espejismo. El liderazgo más efectivo en este momento es aquel que adopta rasgos como la empatía, la vulnerabilidad, la humildad, la inclusividad, la generosidad, el equilibrio y la paciencia.

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