Tindereando

En 1909, coincidiendo con la fundación de la Federación Valenciana de Fútbol, nació a la vida el Levante Unión Deportiva, club de fútbol español que milita actualmente en la Liga Santander de primera división. Además de un club de fútbol, levante (en minúsculas) nos remite, al menos en el Cono Sur americano, a la acción o acciones que un hombre o una mujer llevan a cabo para conquistar a otra persona.

Este, nuestro tiempo, no es el mismo que el de hace dos o tres décadas. Lo mismo de siempre: la tecnología ha puesto patas para arriba un sinnúmero de cuestiones que antes se hacían de modo diferente. Las ciudades han potenciado el anonimato y el espacio público ha perdido el sitio que otrora ostentaba. La esquina, el barrio, los amigos de la cuadra parecen cosas del pasado. Los niños y adolescentes de hoy (puede que sea discutible) pasan institucionalizados, de la escuela a la casa, de ésta al club y del club a la clase de turno (idioma, baile, fútbol, etc). Muchas veces se encuentran, wifi mediante, en la plaza virtual que habilita la Playstation.

Este cambio de época en que nos encontramos, dinamizado por la ciencia y la tecnología, afecta también los modos de ser y estar en el mundo, la llamada subjetividad de las personas. En el mundo de los grandes, que no necesariamente son adultos, se mantienen en crecimiento las tasas de divorcios como de gente viviendo sola (pululan las ofertas inmobiliarias con monoambientes o apartamentos de un dormitorio).

No obstante lo anterior, la gran mayoría de las personas (excepto los hikikomori) no podemos negar que la presencia de un otro en nuestras vidas sigue siendo crucial. En tiempos rápidos y fluidos como los actuales, con escaso tiempo dedicado a los por qué hacemos lo que hacemos, las loveapps han llegado para realizar su aporte.

Likear, likeado, likeable

Poca duda hay respecto a que vivimos en una sociedad dominada por el consumo, en la cual las relaciones y los vínculos también están atravesadosperfiles.jpg por la lógica mercantil. Tinder, Happn, Grindr, Bumble, por nombrar las apps más conocidas, son las góndolas virtuales donde ubicarse y publicitarse.

Personalidades y cuerpos son allí expuestos. Presentarse con un perfil (edad, gustos, profesión, oficio, empleo, frases representativas, expectativas) y las etiquetas asociadas (vegetariano, espiritual, divertido, emprendedor, intelectual, compañero, amante de las series policiales, del fútbol, de Los Beatles, Maluma o Netflix) no procuran otra cosa que posicionarse lo mejor posible en la vidriera virtual.

Las personas en las love-apps buscan desde encuentros eróticos a pareja, pasando por mera compañía o flirteo, sin relaciones sexuales. La seducción en el mundo virtual de las apps se materializa a través de los silencios, la alternancia entre el humor y la seriedad, los espacios entre una y otra comunicación, de la misma forma que entre las preguntas que se responden y las que se evaden, las fotos que se comparten y las que se niegan.

El desinterés y el desencuentro también tienen su lugar en las aplicaciones de encuentro, que se concretan a través del ghosting, la clavada de visto y otros modos de indiferencia. En nuestro tiempo parecería que no hay nada más fácil que no contestar un mensaje.

Otrora alejados, el casting, ranking, rendimiento y optimización son conceptos que ahora alcanzan también al mundo de los vínculos y las relaciones.

Las formas de vinculación social están siendo modificadas por la virtualidad que nos proponen las apps, sobresaliendo características como la accesibilidad, la instantaneidad, la hiperracionalización y una modificación de los escenarios de interacción. Han perdido lugar el cara a cara, los olores, los decorados, el contexto temporal, los sonidos y las corporalidades (de quienes interactúan y de terceros que intervienen en la escena).

Likes y matches conseguidos

Viajando en el ómnibus, caminando para el trabajo o sentado en el baño cada cual puede elegir, en la góndola virtual, con quien salir. No poner en juego el cuerpo y reducir los niveles de azar están al servicio de la optimización de nuestro tiempo. De la mano de las love-apps muchas personas en este siglo XXI están dispuestas a correr pocos riesgos, en especial aquellos que puedan terminar afectando la autoestima y la subjetividad. Las apps pretenden minimizar el dolor o el sin-sabor que puede venir con el desencuentro de una cita fallida.

Estas aplicaciones promueven encuentros muchas veces sin historia, una suerte de toco y me voy, donde es posible que prime una gran intimidad física y un gran vacío emocional. Mucho sexo, escaso erotismo.

Palabras finales

Resulta casi que una tontería añorar e idealizar el tiempo pasado, aquel en que no había internet, wifi y las love-apps. Estas últimas han habilitado y multiplicado los modos de sociabilizar, entrar en contacto con otras personas y generar lazo social de todo tipo. Allí hay amorosidad en múltiples formas, en todo el espectro que comprenden los encuentros eróticos y/o afectivos. Sea antes o ahora, cara a cara o virtual, siempre ha habido una multiplicidad de búsquedas vinculares.

Si hay algo de lo que no se trata es de descalificar los intercambios virtuales. Muchas veces, permiten generar vínculo donde de otro modo no habría nada, siendo un hecho que poco a poco los encuentros amorosos tienden a iniciarse en una red social. Las love-apps son mejor que la nada, de eso no hay duda.

Sin embargo, donde sí cabe discrepar, o más que discrepar reflexionar, es en torno a los consejos que por muchos lados nos dicen cómo volvernos eficientes para querer y ser queridos. En los vínculos y las relaciones el camino no es agregar, ni optimizar, ni rendir más y mejor, ni pretender controlar nuestras experiencias afectivas. Tuneo mediante, el camino no es el de brillar más en la góndola virtual de las love-apps.

En el campo de los afectos no se trata de rendir sino de ser; y cuando hablamos de ser hablamos de estar en paz y armonía con la historia singular de cada cual. Cuando esto último acontece es muy probable estar a las puertas de lograr un encuentro que involucre algo de intensidad erótica, aquella en la que cuentan las palabras, las que se dicen, las que se callan y las que se insinúan. Si para vivir un gran amor hay que estar dispuesto a correr riesgos, antes que nada hay que comprender que el amor primero se hace con palabras.

2 comentarios sobre “Tindereando

  1. Esencialmente al humano se lo define como un ser bio-psico-social. Estás tres condiciones básicas hacen a su esencia. Es difícil pensar cómo podemos suplir las relaciones humanas, con las virtuales, ya que no solo necesitamos hablar con otros, sino vincularnos físicamente. Usar nuestros sentidos para conocer y percibir al otro, desde el comienzo de una relación.
    Al saltar estos pasos, comenzando relaciones en forma virtual, dejamos sin utilizar nuestros sentidos, que son quienes nos orientan en nuestro desarrollo como humanos. Esto hace que al encontrar a alguien con quien compartir tu vida, o un instante de ella no se diferencie de buscar ropa en una tienda que parece que nos queda bien.
    Lo que me lleva ineludiblemente a pensar que estamos frente a un nuevo paradigma de quienes somos y cómo sentimos. Y aún más que significa conocer o relacionarse con alguien.

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    1. Me encantó tu reflexión Raquel, la cual me lleva como en otras oportunidades a pensar y valorizar nuestro papel como generación «puente»; generación que creció antes de internet y que ahora surfea arriba de ella. En múltiples ámbitos nos toca acompañar (dar el ejemplo sobre todo) a las nuevas generaciones en procura de que internalicen el valor del pensamiento y la reflexión. Vivimos tiempos tanto desafiantes como disfrutables. Sigamos conversando!

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