El ocaso de la curiosidad

En el mundo de imágenes en el que vivimos y en el que podemos surfear de una página web a otra sin parar, hasta el hartazgo si nos lo proponemos, el presente permanente y el (supuesto) acceso a todo tipo de placeres se impone casi como una obligación. Serás feliz o no serás nada…

En otro post decía que estamos pasando de un mundo del bucear a otro de surfear. O lo que es lo mismo de la era del deber a la era del placer. Hemos pasado de sumergirnos en un libro a navegar/surfear en internet, de pasar concentrados un buen rato a saltar de noticia en noticia en las páginas web de turno. Probablemente vivamos en una época en que sepamos qué es lo que acontece pero no qué significado tiene eso para nuestras vidas.

Estamos bombardeados por estímulos de todo tipo. Nuestra atención está acorralada y es todo un desafío separar la paja del trigo y elegir qué es lo importante, dónde enfocarnos. No es ninguna casualidad que estén tan de moda en estos tiempos los diagnósticos por déficit atencional, tanto en niños como en adultos.

Los padeceres y sufrimientos de las personas, de los sujetos, han de ser pensados en el contexto social e histórico en el que acontecen. Las coordenadas de tiempo y espacio en las que vivimos no son determinantes pero sí condicionan nuestras existencias, nuestro presente y nuestros proyectos. El mundo calesita está en retirada y el mundo rock & samba está tomando la escena. Esto no es gratis, pasa su factura.

El mundo rock & samba, o de arenas movedizas, deja poco lugar para la estabilidad, las certezas y lo previsible. En el mundo calesita, los padecimientos y sufrimientos que llevaban a un sujeto a consultar giraban, en general, en torno al conflicto entre «lo que quiero y lo que debo»: había un precio a pagar para «gozar»; o en criollo todo tiene su precio.

En la actualidad, donde la sociedad, pensada como un pelotón de ciclistas, tiende a estirarse, como consecuencia, entre otras cosas, de lo precario de muchos empleos y la dificultad de muchos jóvenes de sostenerse en trayectos educativos de mediano o largo aliento, el padecimiento de muchas personas pasa por los problemas de subsistencia: alimentación, vivienda, acceso a la salud. Ni más ni menos que Maslow y su pirámide:

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¿Cómo pensar en la autorrealización si el «piso se te mueve»? Por eso es bien claro que no es lo mismo los 15 años de un/a joven que vive en equis zona de la ciudad que otro/a que vive en otro barrio. O como decía una profesora que tuve hace muchos años: no es lo mismo un/a joven que no sabe qué color de jean va a usar para salir a la noche que otro/a que no sabe si va tener para comer o con qué miembro de la casa le tocará compartir la cama esa noche. El «enemigo», el peligro, es interno.

El horizonte para muchas personas es el día a día, lejos del mediano y/o el largo plazo. Para aquellos que no tienen problemas de subsistencia, el gran desafío está relacionado con la dificultad para imaginar, estructurar y recorrer el camino para lograr y convertir en realidad un proyecto.

¿Tal vez estamos procurando que los asuntos humanos se comporten como los dispositivos que utilizamos constantemente (celulares, computadoras, televisiones), que nos ofrecen acceso casi inmediato (doble click o scroll mediante) a lo que buscamos y elegimos?

Es preciso prestar atención a los mensajes que nos ofrecen los medios en materia de ideales a alcanzar: personas sin problemas económicos, viajando, exitosos, lindos y felices. ¿Será que hay una vida on-line y otra off-line?

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Lo que queda fuera del ángulo de la cámara web es la nueva alfombra, la alfombra del siglo XXI. Hoy parece que es casi inmoral estar tristes, angustiados, desilusionados o desesperanzados. Y no sólo eso, si algo de eso te pasa qué mejor que solucionarlo con una píldora, que rápidamente «nos saque de boxes y nos devuelva a la pista». Rendirás o no serás/seremos nada !!!!

¿Para qué preguntarnos qué relación tiene nuestra historia y condiciones de existencia con nuestras actuales desesperanzas, urgencias, faltas, apatías, hipocondrías, trastornos del sueño y/o apetito, así como nuestras autoestimas oscilantes y nuestros vínculos frágiles?

La respuesta es para ni más ni menos que unir, integrar y contextualizar aquellos que nos acontece, no dejándolo como algo aislado. Nuestra red necesita mantenimiento permanente…

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Nuestros padeceres y sufrimientos, sean estos derivados de enfermedades y/o de los conflictos vinculares, necesitan en primer lugar no ser negados, anestesiados, patologizados ni etiquetados.

El margen de maniobra de cada uno se amplía cuando comprendemos, aceptamos, integramos e inscribimos aquello que nos pasa en la novela de nuestra vida.

La época que nos toca vivir es inestable, incierta y me animaría a describir como paradójica, en el sentido que muchas veces parecemos estar tan cerca de todo y al mismo tiempo tan cerca de nada. El sujeto de esta época que puede imaginar, estructurar y recorrer el camino que lleva de una idea a un proyecto es aquel que ha tenido acceso a la comprensión de sus conflictos, sus vacíos, sus nudos y sus frustraciones. Es aquella persona que logra descargar cotidianamente su «mochila», curiosea y se zambulle en su interior, a contramano de un tiempo donde muchas veces estamos «llenos de nada».

3 comentarios sobre “El ocaso de la curiosidad

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