Un gran lugar donde trabajar, aquel donde las personas disfrutan haciendo lo que hacen, no se construye de la noche a la mañana, ni es obra del azar y tampoco el resultado de decisiones caprichosas y cortoplacistas. Por el contrario, una organización en la que las personas se sienten realizadas y que además ofrece resultados comerciales consistentes puede ser diseñada y modelada.
Es posible ver numerosos ejemplos de empresas que alguna vez fueron consideradas líderes indiscutibles del mercado, pero que ahora son empresas irrelevantes, de cuyos fracasos se pueden aprender lecciones. Ya sea que se trate de la industria de la telefonía móvil o la tecnología o la industria del cine y la fotografía, estas compañías ya no están en posiciones de liderazgo. ¿Qué fue lo que les pasó que se quedaron rezagadas?
La resistencia y la incapacidad de tales organizaciones para hacer frente al cambio es una de las razones por las cuales la mayoría de las empresas tienen dificultades para sobrevivir en el actual entorno, que plantea una necesidad creciente de habilidades especializadas, nuevos modelos de negocios y enfoques innovadores. A causa de esto en la actualidad se ha vuelto crucial para las organizaciones tanto la adaptación constante como la reimaginación de sus quehaceres, con el propósito de mantener y aumentar la efectividad, la productividad en general y la promoción de una cultura de excelencia.
Crear una cultura de excelencia en las organizaciones
Incluso operando en diferentes industrias y enfrentando diferentes desafíos, organizaciones como Uber, Google, Netflix y Starbucks, entre otros, tienen mucho en común. Su rendimiento y la forma en que constantemente reelaboran sus estrategias para adelantarse a sus respectivos competidores es lo que los hace destacar. En pocas palabras, una organización de excelencia es aquella que:
- es capaz de cambiar rápida y eficientemente su estructura operativa y prácticas para satisfacer las necesidades de sus clientes;
- se enfoca en el éxito a largo plazo mientras persigue objetivos accionables a corto plazo;
- es flexible, se enfoca en el cliente y es capaz de trabajar eficientemente en equipos;
- se apoya y organiza en jerarquías más planas, trabajo en equipo y diversidad;
- pasa mucho más tiempo mejorando continuamente sus capacidades centrales e invirtiendo en su capital humano.
Llegados hasta acá cabe preguntarnos cómo crear organizaciones de excelencia. Es un hecho bien conocido que las capacidades organizacionales, entre ellas las centradas en las Personas, impulsan el rendimiento empresarial y permiten a las empresas ejecutar sus estrategias de la mejor manera posible. Pero aunque la mayoría de los líderes tienen herramientas bien desarrolladas para el desempeño financiero y operativo, no tienen herramientas similares para impulsar las competencias relacionadas con las Personas, hoy medulares para el contexto en el que estamos viviendo.
Para llenar este vacío, la función de Gestión Humana o Gestión de Personas (RRHH) se vuelve importante dada su capacidad para afectar el rendimiento del negocio e influir en la cultura general de la empresa, ya sea a través de la contratación y retención del talento adecuado como del diseño y gestión de las jerarquías y equipos operativos.
Al traducir de manera efectiva la estrategia comercial en una estrategia de personas poderosa, la cultura puede moldearse para lograr los objetivos estratégicos y habilitar a la organización para prosperar en un entorno mucha veces incierto y volátil. Para avanzar en esta dirección se pueden hacer algunas de las siguientes cosas:
Alejarse de las jerarquías tradicionales de liderazgo
Una jerarquía tradicional de liderazgo de arriba hacia abajo, en la que los empleados deben informar a los escalones superiores sobre cada problema crítico, lleva a un proceso de toma de decisiones más lento, a la pérdida de ideas y a la separación de la autoridad de aquellos que realmente son responsables del trabajo. Por esta razón, las empresas de excelencia demandan una cultura de trabajo descentralizada que sea inclusiva y siga un enfoque autónomo y abierto en lugar de uno centralizado y controlador. Las responsabilidades de liderazgo ya no funcionan en las jerarquías tradicionales de arriba hacia abajo, siendo necesario avanzar hacia diseños organizacionales donde el liderazgo germine en cada función y en cada nivel.
Centrarse en el aprendizaje continuo
En un mundo convulso como el actual donde las recetas ya no son tan útiles, las habilidades blandas y las competencias intelectuales, como la resolución de problemas complejos, la creatividad, la comunicación efectiva, entre otras, se han vuelto extremadamente significativas. Además de esto, la investigación está mostrando que en función de las constantes innovaciones tecnológicas, los trabajos futuros no serán humanos versus máquinas, sino que integrarán las habilidades de humanos y máquinas. Para este escenario futuro, es necesario que descubramos formas en que las capacidades humanas se puedan combinar con la tecnología para que los trabajadores puedan alfabetizarse digitalmente y familiarizarse con la tecnología, además de fomentar una cultura de aprendizaje de carácter holístico.
Proceso de gestión de personas evolucionado
Dado que el capital humano es uno de los factores más críticos para el éxito de una organización, es importante que el personal de Gestión Humana (RRHH) comience a equiparse con plataformas tecnológicas que le permita delegar lo delegable y centrar sus esfuerzos en los asuntos importantes y estratégicos de la función. De este modo Gestión Humana desempeñará un papel más receptivo, inteligente y activo.
Adopción de nuevos sistemas de gestión del desempeño
Existe la necesidad de tener sistemas de gestión del desempeño que coloquen a los empleados en el centro, los ayuden a crecer y alcanzar no solo los objetivos comerciales, sino también sus logros personales y profesionales. Hay que avanzar hacia revisiones y conversaciones periódicas que permitan ajustar las calificaciones y recompensas, conduciendo así a una mejor gestión del capital humano de la organización.
Una empresa exitosa no se construye por accidente. Con el advenimiento de nuevas tendencias, industrias, demandas de los consumidores y competencia emergente a lo largo y ancho del mundo, es vital para las organizaciones innovar y reinventarse constantemente. Al gestionar de forma activa la estrategia vinculada a las Personas, una organización puede mejorar su desempeño general, superando así a sus competidores y sobre todo haciendo viva una cultura en la que los obstáculos se convierten en desafíos y oportunidades para el crecimiento y la transformación.