Si hace cuatro años me decían que iba a visitar Emiratos Árabes Unidos gracias a los caballos lo primero que pensaba era lo improbable que ello sucediera. La vida da muchas vueltas y a inicios de noviembre, entre el 6 y el 13, tuve la oportunidad de conocer Abu Dhabi, uno de los Emiratos de aquel lejano país, representando a la Escuela de Jockeys y Vareadores (EJyV) del Hipódromo Las Piedras (HLP).
Digo estuvimos porque no fui solo. Viajé junto al jockey Maicol de Souza, con quien compartimos gratos momentos, recorriendo la ciudad y conociendo algo de su cultura, además de poder compartir la experiencia con otros compatriotas allí presentes y también colegas de otros países, fundamentalmente sudamericanos, como los amigos Héctor Libré y Juan Sucheski, Director y Profesor, respectivamente, de la Escuela de Jockeys de San Isidro (Buenos Aires, Argentina).
La visita a Emiratos Árabes se dio en el marco de una nueva Asamblea de la Federación Internacional de Escuelas de Jockeys, IFHRA por su sigla en inglés. En el encuentro participaron Directores, Docentes y Alumnos de los más de 40 países miembros. Se realizaron diversas conferencias sobre educación y entrenamiento así como talleres específicos sobre nutrición, preparación física y habilidades técnicas para la conducción en la competencia.
IFHRA tiene como objetivo el desarrollo armónico de todas las Escuelas miembro, proporcionando un currículo educativo, además de prácticas estandarizadas para los jockeys aprendices. La Federación está integrada por Escuelas de Jockeys de los cinco continentes, desde Gran Bretaña, Francia, Alemania, Estados Unidos y Japón, hasta Panamá, Marruecos y Corea del Sur, entre otros. Nuestra Escuela de Jockeys y Vareadores, que funciona en el Hipódromo Las Piedras, es miembro pleno de IFHRA desde 2016. Cabe acotar que esta nueva Asamblea de IFHRA se desarrolló en el marco del décimo aniversario del HH Sheikh Mansoor Bin Zayed Al Nahyan Festival.
Finalizada la experiencia, aquí algunas observaciones y reflexiones:
- el mundo es cada vez más un lugar más chico. Tal vez una tontería pero creo que vale el cuento: antes de partir me ocupé de saber cómo iba a cargar el celular y la notebook. Pregunté cómo eran los toma-corriente y me llevé un adaptador universal. Al llegar me desayuné con que la conexión no era nada parecida a lo que conocía. Y ahora qué hago, me pregunté. Santo remedio fue darme cuenta que el hotel estaba pegado a un supermercado Carrefour… y cómo era el supermercado? igual al que hay en nuestros países. Los supermercados son todos iguales. En lugares desconocidos, los supermercados, al igual que los aeropuertos, los McDonalds y los Subway, son todos iguales. Islas de certidumbre en ciudades desconocidas. Por supuesto que allí fue donde compré el adaptador para cargar mis dispositivos electrónicos.
- Otro elemento que me llamó la atención fue el parque automotor, donde de diez autos, ocho o nueve son de alta gama si los comparamos con nuestros países sudamericanos. Preguntando a partir de este dato es que me entero que el gobierno apoya a los nacionales, al nacido en Emiratos, posicionándolo en la clase media, con casa, auto y educación. De ahí en más queda a criterio de cada cual si trabajar o no. En criollo, arrancan el partido ganando cuatro a cero.
- otro aspecto que lo conocía por la televisión y que igualmente me sorprendió fue la vestimenta típica de los locales, de los oriundos del país. Vale la aclaración porque es un país que tiene mucho mayor porcentaje de extranjeros que de locales. Los trabajos del sector servicios, por lo menos por lo que se aprecia, están todos ocupados ya sea por hindúes, paquistaníes, filipinos o africanos. Seguramente haya de muchas otras nacionalidades, dado que es un país que «destila» prosperidad y pujanza, razón por la cual mucha gente emigra para allí.
- Volviendo a la vestimenta de los locales: los hombre visten túnicas blancas y las mujeres túnicas negras. La observación viene a cuento y da el pie para una reflexión psicológica y en comparación a nuestras tradiciones judeocristianas. En nuestros países el blanco, color asociado a la pureza y la virginidad, es patrimonio de las mujeres. Sino pensemos en los rituales clásicos, religiosos originalmente, pero que hoy no siempre se vinculan a esta última. Desde el bautismo, pasando por el cumpleaños de 15 y hasta el casamiento, el blanco es el color que la mujer utiliza para vestirse. Allí la diferencia con los árabes: mientras que en nuestra cultura el blanco es para la mujer, allá es para el hombre. Y la mujer en estos países viste de negro, en todas sus variantes: con la cara a la vista, con el burka que tapa toda la cara, con el pañuelo que cubre todo el pelo o hasta el pañuelo que cubre la mitad de la cabeza. Acá me da para la interpretación psicológica: como sucede en los tests gráficos que aplicamos los psicólogos, el pelo es el representante de los pensamientos, las ideas, las fantasías. En estos países le tapan el pelo a la mujer porque lo que piensa, siente y fantasea una mujer sólo es «descubierto» en el seno del hogar, no es un asunto público (recuérdese a propósito como visten las monjas católicas). En estas latitudes, donde la religión atraviesa la vida cotidiana como nuestras generaciones no conocemos en nuestro países, la mujer se comienza a cubrir su cabello una vez que deja de ser niña, cuando asoma su adolescencia, cuando se «hace mujer».
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