«(…) el mejor criterio de elección es la impresión que me queda, a mí, futuro paciente, al salir de mi primera visita a un psicoanalista. Es necesario que me sienta aliviado y confiado, dándome cuenta cómo supo encontrar las palabras para decirme con claridad lo que yo sentía confusamente. Esto es lo que determinará la elección del terapeuta: tener la convicción íntima de que me comprendió y que está listo para acompañarme; en una palabra, tener el sentimiento de que el analista que acabo de ver ya me hizo bien. Así, a la salida de la primera consulta, el paciente se dice de sí mismo: «Ya me siento mejor. Este analista me devolvió esperanza y me insufla la fuerza que necesito en este momento». El paciente no se dice «Es él (o es ella) a quien voy a elegir», sino simplemente «Tengo ganas de volver porque presiento que es con él (o con ella) que va a cambiar el curso de mi vida».
Juan David Nasio
«Un psicoanalista en el diván»
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