Por qué algunas terapias ni siquiera llegan a empezar
Hay adultos que llegan a terapia pero no llegan del todo. Piden una hora, cancelan, vuelven, pausan, cambian fechas, proponen interrupciones largas sin elaborar, anuncian decisiones unilaterales. La clínica se vuelve extraña, como si el proceso avanzara y retrocediera al mismo tiempo. No es falta de voluntad, ni mala educación, ni desinterés. Es algo más profundo: la persona está funcionando desde un lugar infantil, aunque tenga 30, 40 o 60 años. Y cuando el adulto no aparece, la terapia no puede empezar.
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