Una reflexión sobre el dolor que la época intenta tapar
En los cassettes de los años 80, el lado A era el que todos escuchaban. Los hits, lo visible, lo que sonaba bien. Pero siempre había un lado B: más crudo, más íntimo, más verdadero. Ahí vivían las canciones que no buscaban gustar, sino decir algo que solo podía nacer en la sombra.
Hoy, como época, vivimos enamorados del lado A: la productividad, la positividad inmediata, la imagen pulida, la velocidad. Una McDonalización del mundo que pretende que todo sea rápido, estándar, predecible. Incluso lo humano. Incluso el dolor. Pero la vida también tiene otro lado. Un lado que no desaparece aunque no lo miremos. Un lado que a veces pide más verdad que belleza.
El lado B de las personas
El sufrimiento que no entra en la estética del bienestar. La tristeza que se esconde para no “cortar el clima”. La ansiedad que se llena de tareas para no escucharse. El duelo que la cultura empuja a “resolver”. La fragilidad que queda en silencio porque no encuentra oído.
El lado B es lo que la época no quiere escuchar,
pero es lo que sostiene a la persona que intenta seguir.
No es un desvío de la vida. Es parte de ella. Y, a veces, es ahí donde empieza la verdad de una historia.
El lado B de los equipos
En los equipos también existen dos lados. Lado A: reuniones, metas, fotos, discursos de cultura, protocolos. Lado B: cansancio, microtensiones, conversaciones evitadas, tristeza quieta, miedo a equivocarse, ciclos de desgaste que nadie nombra.
Lo que no se atiende en el lado B se filtra en el lado A como baja de energía, conflictos repetidos o pérdida de sentido. No por falta de profesionalismo, sino por falta de espacio.
El problema no es el dolor.
El problema es no tener dónde ponerlo. El dolor no detiene la vida. Lo que la detiene es la presión por taparlo rápidamente. El lado B no es una falla: es un aspecto humano que pide tiempo, cuidado y permiso para existir.
Dar vuelta el cassette
Quizá el trabajo de este tiempo —personal, clínico y colectivo— es volver a hacer un gesto simple: dar vuelta el cassette. Escuchar lo que no se muestra. Nombrar lo que nadie pregunta. Hacer espacio para lo que duele. Acompañar sin urgencia. Sostener sin corregir.
Porque cuando el lado B encuentra lugar,
la vida vuelve a sonar completa.
Nota ética
Las escenas y resonancias aquí descritas no refieren a casos concretos. Surgen de la práctica clínica y del trabajo con equipos, cuidando siempre la confidencialidad y el espíritu del encuentro.
Descubre más desde Agustín Menéndez
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Un comentario sobre “El lado B”