Copérnico, Darwin y luego Freud infringieron tres golpes duros a la pretendida idea o ilusión de que gobernamos las cosas. Copérnico desterrando, en el siglo XVI, la idea de que eramos el centro del universo y afirmando, por el contrario, que sólo somos un planeta más, entre muchos, que gira alrededor de una estrella (nuestro sol).
