Iceberg

Lo que se ve es solo una parte. Debajo de la superficie hay capas profundas que sostienen, explican y dan sentido a lo visible. Como en un iceberg, lo esencial no siempre está arriba: lo invisible —emociones, valores, historias, creencias— es lo que realmente determina la dirección del movimiento.

Clave: atender tanto lo explícito como lo invisible.

Aplicación clínica: esta metáfora ayuda a comprender que los síntomas o conductas visibles son solo la punta del iceberg. Lo que importa está en la base: las emociones no expresadas, las experiencias pasadas, las defensas y los significados profundos. Trabajar sobre lo oculto permite que lo visible se transforme.

Aplicación organizacional: en las organizaciones, lo que se ve (estructuras, resultados, políticas) está sostenido por lo que no se ve (valores, vínculos, cultura). Un verdadero cambio no se logra modificando la superficie, sino interviniendo en las capas profundas que la sostienen.

El desafío está en mirar bajo la línea de flotación: descubrir lo que sostiene, lo que pesa y también lo que impulsa. Lo invisible no es ausencia: es la raíz de lo visible.

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