En la vida y en las organizaciones existen espacios que abren confianza y encuentro (fogones), y otros que contienen, protegen y ordenan (corrales). Ambos son necesarios para sostener vínculos, dar sentido y organizar la convivencia.
Clave: discernir qué habilitar y qué ordenar.
Aplicación clínica: en lo personal, esta metáfora ayuda a reconocer qué momentos necesitamos abrirnos al encuentro con otros, compartir, dialogar y recibir calor humano (fogón); y cuáles requieren poner límites, protegernos y ordenar nuestra vida interna o externa (corral).
Aplicación organizacional: en lo organizacional, un buen liderazgo sabe crear espacios de fogón —que fortalecen la confianza, la pertenencia y la colaboración— y también delimitar corrales claros —que garantizan estructura, reglas y roles definidos— para que el equipo pueda funcionar con seguridad y sostén.
El cuidado se juega entre fogones que encienden la confianza y corrales que resguardan lo esencial. Saber cuándo abrir y cuándo proteger es una forma de sabiduría relacional.