Un ataque de pánico puede sentirse como si algo terrible fuera a pasar: el corazón se acelera, cuesta respirar, aparece un miedo intenso, tal vez la sensación de desmayo o de perder el control. Aunque el cuerpo reacciona como si estuviera en peligro, muchas veces no hay una amenaza real frente a nosotros.
Para quien lo vive, es una experiencia desconcertante, muchas veces angustiante y difícil de anticipar. Puede surgir en medio de la rutina o incluso en momentos de calma, y suele dejar una huella de miedo a que vuelva a ocurrir.
La psicoterapia ofrece un espacio para entender qué está queriendo decir ese síntoma. ¿Qué tensión interna está buscando una vía de expresión? ¿Qué historia emocional hay detrás de esa irrupción corporal? No se trata de suprimir la reacción, sino de poder escucharla con profundidad.
A través del trabajo terapéutico, es posible identificar patrones, desarmar circuitos de miedo y, sobre todo, recuperar confianza en uno mismo y en el propio cuerpo.





